Y la tranquila Moncada se asomó de repente a todas las cadenas de televisión. Moncada era noticia nacional y no precisamente por haber atraído la suerte en la lotería. El ex alcalde del Partido Popular Juan José Medina había sido detenido por pertenecer presuntamente a una trama mafiosa que cobraba comisiones ilegales y amañaba contratos. Y Juanjo, como se le conoce, dio con sus huesos en el calabozo. ¡Lo han soltado... con cargos... bajo una fianza de 1 millón de euros! El Mercat alborotado, improvisados juristas dictan sentencia en los bares y la churrera echa más azúcar de lo habitual. Y al tercer día Juanjo es expulsado del PP local y ha renunciado a su acta de concejal. Un pueblo dividido entre Montescos y Capuletos.

Unos lo recuerdan como un eterno arrogante, déspota y mediocre personaje tragicómico al volante de su flamante Jaguar. Otros como un político de bajo perfil pero muy bien encajado en los fastos del Partido Popular que usaba la Diputación de Valencia como su feudo y el Ayuntamiento de Moncada de banal pasatiempo.

Es cierto que el Estado de Derecho garantiza la presunción de inocencia, así es y así debe ser. Pero, por si esto fuera poco, la fiscalía ha abierto diligencias en torno a la empresa pública de Moncada Pemsa, en la que el ex alcalde y su entorno más próximo pueden tener «presuntamente» algo que decir de su nefasta gestión en los últimos años. Los más de 5 millones de euros de deuda que el nuevo equipo de gobierno hemos encontrado bajo las alfombras obliga a liquidar Pemsa. Más de 50 trabajadores, casi en su totalidad personas con discapacidad, exigen explicaciones de forma urgente. Sin duda el caso Pemsa afectará a las arcas municipales que todos los vecinos llenamos.

Ante este imprevisible escenario político y económico el Grupo Municipal del Partido Popular no puede hacer oídos sordos. Si los que han tenido responsabilidades políticas en la gestión de la mercantil estos años siguen mirando a otro lado podrían ser cómplices de este desastre. Moncada no se merece este espectáculo.