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«Sant Blai gloriós, cura'm la gola i lleva'm la tos»

Si Sant Antoni del Porquet, la primera fiesta religiosa popular del año, está dedicada a la protección de los animales, el refrendo popular encomendó a sant Blai la protección de la salud de las personas en su especialidad laringóloga, sabiamente justo en el inicio de las epidemias de gripe.

San Blas obispo pertenece a la nómina de los primeros mártires del cristianismo, con poderes taumatúrgicos de sanador. Sufrió martirio —«dilacerato corpore, infractus animo resistit»— con hierros usados parta cardar lana. Poco antes de morir curó a un niño a quien se le atragantó una espina en la garganta, de ahí que tradicionalmente se le tenga como protector contra los males de garganta.

Son muchos los pueblos valencianos que le tienen gran devoción desde tiempos medievales y también en los altares de sus iglesias y en algunos se le rinde especial atención en su día litúrgico con antiquísimas costumbres: Bocairent, Albal, Alpuente, Chella, Gestalgar, Jalance, Montaverner, Sempere, Teresa de Cofrentes, Rafol de Salem, Potries y Torrent, entre otros. En Potries se guarda, dentro de una cajita de plástico, un trozo de hueso atribuido legendariamente a san Blas, el cual en su festividad se pasa por la garganta de los niños recitando este refrán oración: «Sant Blai gloriós, deixa el chiquet i emporta't la tos».

En Torrent la fiesta de san Blas está ya documentada en 1657. De mucho antes, 1606, existe l'Entrà de la Flor, en la víspera, día de la Candelaria. Clavarios y cofrades de la Virgen del Rosario tallan la primera rama de almendro en flor, que será ofrecida a la Virgen en la iglesia de san Luis Bertrán, tradicionalmente seguida de «cordà». Esta festividad, se remonta a las fiestas paganas que los romanos dedicaban a la diosa Flora con motivo de la llegada de la primavera. La festividad tomó carácter religioso en que la Cofradía de la Virgen del Rosario comenzó a ofrecer la primera rama de almendro florida a la Virgen, como muestra del paso del invierno a la primavera. Tiene sus concomitancias sicilianas, pues algo parecido presencié en las fiestas de «Il Mandorlo in fiore» en la histórica villa de Agrigento.

Días antes se cuecen en los hornos «els santblaiets», panecillos que acompañan con una estampa del santo, hechos a base de harina, aceite, azúcar y cassalla, elaborados por las mujeres de la Cofradía de Sant Blai que los embalan junto con una estampa del santo y una botellita de aceite bendecido para evitar el mal de garganta.

La Passejà del Guió y el Xiquet del Miracle son dignos de ver. Intervienen multitud de niños con capa española y las niñas vestidas de clavariesa, son el pórtico emotivo de las celebraciones, junto con la ofrenda a san Blas. Todo acontece en torno a la antigua ermita, hoy parroquia de san Luís Bertràn, en cuya avenida se despliegan Fira, donde comprar «gaiatos», y el «porrat».

A lo largo del día del santo son muchísimas las personas que pasan a untarse la garganta externamente con aceite bendecido, «l'oli beneït», que está en una llantia del templo, donde empapan algodones que se llevan a casa y usan cuando alguien enferma de faringitis, amígdalas o cualquier otro «mal de gola». A la hora de comer, la costumbre hecha ley será «arros rossejat» o «cassola de sant Blai». Antaño, cuando el pueblo era más rural «anaven al camp a fer-se una paella».

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