Como todos los años, el fuego, las lágrimas, la emoción y la tristeza se han adelantado en el Puig de Santa Maria, donde la falla El Trencall quemó sus monumentos grande (dedicado a la «evolució») y pequeño (sobre la «candor»). Mientras la mayoría de comisiones de la Comunitat Valenciana plantaba sus «ninots», los miembros de esta falla observaban las llamas, cumpliendo así con la tradición de adelantar la «cremà» al domingo anterior a Sant Josep. Antes los falleros de esta agrupación con más de 35 años de historia ya habían celebrado la ofrenda (el sábado) y, lógicamente, la «plantà» de los monumentos (el míercoles 9 de marzo). El origen de esta costumbre, aunque incierto, parece que tiene que ver con la imposibilidad que tenían hace años los miembros de la falla de contratar a los músicos para amenizar sus actos, ya que estos iban a Valencia. Sucede lo mismo con otras fallas extemporáneas, como las de Alcàsser, Monserrat o Turis. Pero en el Puig, en vez de «retrasar» el día de Sant Josep, decidieron adelantar todos sus actos una semana. En cambio, las otras comisiones del municipio siguen el mismo calendario fallero que la mayor parte de las fallas valencianas.
