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Un paseo histórico de Torrent (I)

Les presentamos en dos entregas el patrimonio e historia de la actual calle Ramón y Cajal de Torrent, que surgió como paseo a raíz de la construcción de la Ermita de Sant Lluís Beltran en el siglo XVII, por la que tradicionalmente ha recibido este nombre. Los derribos de casas históricas y la construcción a partir de los años 60 de diferentes bloques viviendas en altura, le han hecho perder su autenticidad.

En esta ocasión recuperamos un artículo publicado en el «Llibret de la Falla Sant Valerià» de 2016, premiado este año por la Junta Local Fallera de Torrent a la mejor portada, diseñada por el ilustrador Eugenio Simó, y a la mejor investigación realizada por el periodista Aitor Sánchez Collado. Esta está centrada en la historia de la fiesta de Sant Blai de Torrent, con una colaboración dedicada al patrimonio arquitectónico de esta vía de Tomás Roselló Jaunzarás, de la que surge la presente entrega.

La calle Ramón i Cajal de Torrent, por su ancho y antigüedad se puede considerar como uno de los paseos históricos de la ciudad que creció en el siglo XVIII. Éste sirve actualmente de contexto para la celebración de la Feria de Sant Blai, una festividad que según recoge Josep ramón Sanchis en el «Granerer» de 1994 en un artículo resultado del análisis dels Llibres racionals del Arxiu de la Parròquia de l'Assumpció, «consta per primera volta en el racional de 1657, sufragandose-se de limosna pública».

El origen en la ermita

El origen de esta calle se encuentra en la Ermita que se construyó entre 1634 y 1635, —según publicó la historiadora del arte Presentación Mora Juan en el número 4 de la revista «Torrens» (1985)—, en honor al entonces beato Fray San Luís Beltrán como recuerdo de la estancia y los milagros que, el más tarde canonizado santo, realizó en Torrent en 1580. Como recoge esta autora, «L'Ermita va ésser construïda en una zona despoblada, a l'oest de la ciutat, prop de la séquia, sent els edificis més propers els de la plaça de Na Violant Vallés —actual plaça del Bisbe Benlloch— i els del camí d'Alaquàs?, avui carrer Gómez Ferrer». Esta descripción está basada en el estudio de José Ramón Sanchis y José Royo Martínez de la «Toponimia y urbanismo de Torrent en la segunda mitad del siglo XVI», publicado en 1982 en el número 1 de la revista «Annals» del Institut d'Estudis Comarcals (IDECO) de l'Horta Sud.

De esta manera la actual Iglesia Parroquial de San Luis Beltrán dio pie a que el camino al templo se convirtiera en un paseo ya que a partir de su construcción a mediados del siglo XVII, se empezaron a edificar a lo largo de su recorrido —principalmente desde el siglo XVIII— algunas casas de corte señorial para destacadas familias, que como indica Adrià Besó (2015) en «Torrent: Historia, Geografía y Arte» seguramente «algunas de ellas estarían acompañadas de un huerto o jardín en su parte posterior». De estas nobles construcciones, consecuencia de la especulación urbanística acaecida desde los años sesenta del siglo pasado, ha sobrevivido únicamente el edificio municipal de planta baja, una altura y andana entre medianeras que fue «Casa Consistorial» entre los pasados años 80 y 90, en el número 7 de la calle, que se conserva gracias a su catalogación por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1990. Ésta ha sido rehabilitada en diversas ocasiones y está caracterizada por su fachada academicista de ladrillo caravista y su torre-miramar. Según se recoge en la «Guía histórica descriptiva de la Villa de Torrent» de 1912 del considerado como primer cronista oficial de la población, Silvino Beneyto y Tasso, -reeditada en el número 9 (1996) de «Torrens» por José Royo Martínez y José Ramón Sanchis Alfonso-, la finca de este número, que perteneció a los barones de Fríjola, formaba un conjunto con las casas que existían en los números 9 y 11. Esto se debe a que según este autor, «la posición topográfica, su clima templado y lo saludable de las aguas, unido a la tranquilidad que disfrutó esta población torrentina durante la época feudal hizo que principalmente en los siglos XVII, XVIII y comienzos del XIX fuese el centro y recreo de la nobleza valenciana».

Otro ejemplo de casa señorial del momento frente a la construcción anterior, era la existente en los números 4-6-8 que recaía además de a esta calle, a Reis Catòlics i Sant Agustí. Esta casa que se caracterizaba por sus torres en esquina y las bolas que remataban su antepecho de coronación, fue lamentablemente reedificada de forma íntegra a principios de los noventa, para albergar viviendas y bajos comerciales, del mismo número de alturas y estilo que la anterior, aunque repitiendo parcialmente en sus fachadas el mismo esquema de huecos y altura que la casa original, ya que ésta se encontraba catalogada ya entonces con un elevado nivel de protección. Además en el actual número 24, existía como se observa en algunas fotografías de la primera mitad del siglo XX publicadas por Josep ramón Sanchis Alfonso en la obra «Torrent i la seua premsa entre dos segles (1890-1910)» (1997) y en «Torrent imatge gráfica: La gent i la ciutat (1860-1960)» (1998) (Refs. 1.355, 1.681), una interesante casa de grandes dimensiones y de características similares a las dos anteriores, que fue derribada hacia 1974 para construir un bloque de viviendas en su lugar.

Ese mismo año se inauguró el edificio del actual ayuntamiento, entonces como sede principal de la Caja de Ahorros de la población, que constituye una de las esquinas que presiden la entrada a esta calle desde la plaza Obispo Benlloch. Según podemos observar en «Torrent imatge gráfica?» (1998) (Ref. 57) en una fotografía del siglo XIX, en este lugar existió una interesante casa en esquina al menos de la misma época y alturas que las anteriores construcciones señoriales y con un importante volumen, que estaba cubierta con teja curva a dos vertientes. En su solar se levantó hacia 1929 la nueva sede de la entonces «Caja Rural y Sindicato Agrícola» de Torrent únicamente de planta baja y una altura, edificio que perduró hasta que en junio de 1961 la ya denominada «Caja General de Ahorros y Monte Piedad de Torrente» inauguró, según Vicent Beguer Esteve (1970), unas oficinas centrales de tres niveles en su lugar, proyectada por los arquitectos Pablo Soler Lluch y Francisco García González, «con esculturas de Nassio Bayarri y murales de Joaquín Michavila». Esta construcción perduró hasta que en 1971 fue derribada para levantar en su lugar la nueva sede central de la Caja de siete plantas y ático, inaugurada en febrero de 1974 y proyectada por los mismos arquitectos, aunque en esta ocasión contaron con la colaboración del estudio del prestigioso interiorista valenciano José Martínez Peris (1928-1989). Éste fue el encargado además de la adquisición de la colección de arte que vistió interiormente el edificio y de su emblemática fachada que fue sustituida entre 2009 y 2010.

Sin embargo el gran volumen de esa edificación y su imagen moderna, junto con la construcción de otros bloques de viviendas en aquellos años, rompieron el ambiente que contaba esta calle hasta entonces, aunque en el caso de la nueva sede de la Caja con una mayor calidad arquitectónica. En 1997, tras la formalización de la fusión por absorción en 1990 de la Caja de Ahorros de Torrent con la CAM, éste fue adquirido por el ayuntamiento de la localidad a esta última entidad como casa consistorial.

Entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del XIX, acabaría de colmatarse esta calle, conocida tradicionalmente como «carrer de l'Ermita», con edificios típicos de la arquitectura tradicional valenciana de la época de influencia academicista, de planta baja y una altura con tendencia a la simetría en la ordenación de sus huecos. A este período pertenecía la antigua fábrica de chocolate de los hermanos Rius Ríos del número 14, entre los que se encontraba el que fue alcalde de Torrent entre 1892 y 1893 Gregorio Rius Ríos, construcción que fue derribada a principios del año 2013 a pesar de sus importantes valores culturales.

El primer molino de cacao

Esta fábrica fue propiedad de la familia Rius, que con la marca «Paler», correspondiente al apodo familiar, comercializaba su chocolate todavía en la década de 1960. Hay que destacar la importancia de este desaparecido conjunto industrial, puesto que el profesor y doctor en historia de la Universitat de València, José Manuel Iborra, recoge en su «Historia básica de Torrent» (1982), que en ella se instaló en 1892 el primer molino de cacao movido a vapor por parte de su entonces propietario, como una importante innovación en el proceso de fabricación del chocolate ya que hasta entonces en Torrent era un producto enteramente manufacturado. También tenemos constancia de otra industria destacada que albergó esta vía ya que, según Beneyto y Tasso (1912), en 1793 nació en Torrent el ilustre escritor y político liberal Luis Lamarca Morata (1793-1850) mientras su padre, ingeniero mecánico, se encontraba «montando una fábrica de tejidos de seda en la calle de la Ermita, cuyo edificio era conocido como la «Casa de la Fábrica».

Una vez ya en el cambio del siglo XIX al XX, estos edificios se renovaron con ejemplos en estilo electricista, algunos de los cuales se conservan gracias a su catalogación también por el PGOU de 1990. De esta época, en el número 21, hacía la mitad de la calle, se conserva la que fuera casa en Torrent del adinerado matrimonio de Valencia formado por Rafael González Baldoví y Elena Tamarit. Esta construcción de planta baja, principal y «cambra» que presenta signos de deterioro, fue probablemente construida en la última década del siglo XIX por la decoración de su fachada. Hay que recordar la fuerte vinculación de esta familia a Torrent, ya que como recoge el actual cronista oficial de la población José Royo Martínez en la obra «Torrent en la prensa de Valencia: Diario de Valencia (1911-1936)» (2009), en este periódico consta que en 1913 costeó la segunda campana para la torre-campanario de la Ermita de San Luis Beltrán. Este elemento según la datación que realiza Victoriano Andrés López en «Apuntes y datos muy curiosos referentes a esta villa», reeditada también en el número 11 de «Torrens» (1997), es de 1891. De hecho el matrimonio González-Tamarit fue con su legado el fundador del patronato del Asilo Santa Elena, que inició su andadura entre 1929 y 1933 en esta misma casa, gestionado por las Hermanas Terciarias Franciscanas.

Según cuenta también Andrés López, esta misma orden se había hecho cargo desde finales del siglo XIX del Asilo de Nuestra Señora de la Esperanza que se trasladó entonces a esta calle y que contaba con escuela de párvulos, albergue de pobres y hospital. Más tarde ampliaron sus instalaciones sobre cuyo solar, en el actual número 15, las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada reedificaron entre los años 60 y 70 el actual Colegio «La Purísima», tal y como lo conocemos hoy, que en su parte recayente a la calle Ramón y Cajal cuenta con un gran volumen de planta baja y cinco alturas.

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