El Ayuntamiento de la Pobla de Farnals ha rendido homenaje a Enrique Pérez Badia, último alcalde de la II República, y a otros diez vecinos de la localidad que fueron fusilados en Paterna entre 1939 y 1940. «Estas personas fueron asesinadas para defender el gobierno republicano y este valor es el que nosotros queremos reconocer para las generaciones futuras», señaló el actual alcalde Enric Palanca (PSPV) en el acto celebrado la pasada semana.
Fue el pasado 10 de marzo cuando la corporación aprobó en pleno una moción (con la única abstención del PP) en la que se acordaba otorgar un reconocimiento público a los vecinos fusilados durante la represión de la dictadura franquista y «borrados de la memoria colectiva». El ayuntamiento recuerda que el 12 de septiembre de 1940 fueron ejecutadas las sentencias de Vicente Oroval Civera, labrador de 34 años; el último alcalde republicano y albañil de profesión Enrique Pérez Badia, de 30 años; José María Pérez Badia, de 24 años y labrador; el jornalero Jesús Pérez de la Pasión, de 34 años; el mecánico Manuel Rocafull Claramunt, de 19; y José María Ballester Soro, de 27 años y labrador.
Por su parte, José Segarra Chulvi, de 33 años y tejedor de profesión, fue fusilado el 23 de octubre de 1940. El 17 de noviembre de 1939 fueron fusilados Juan Bautista Simo Ramos, de 32 años y ferroviario, y de Rafael Cerda Izquierdo, de 37 años y labrador. La última víctima de esta lista fue José María Muñoz Orts, de 33 años y empleado, ejecutado el 3 de agosto de 1940. A estos habría que añadir Vicente Ferrer Orobal, con fecha de expediente del 18 de noviembre de 1940, que hasta ahora no había sido reconocido.
«Once personas fusiladas cuyo recuerdo se había tenido que esconder como una vergüenza, reciben ahora reconocimiento sin áinmo de suscitar disputas, rencor ni afán de revivir tiempos pasados —destaca el consistorio en su manifiesto del pasado 14 de abril—. El reconocimiento público de su lucha por los derechos que actualmente encuentran tan normales como la educación, la sanidad y la seguridad social públicas, la independencia de los poderoes o la no discriminación van más allá de la filiación política que tuvieran».
En el caso de Enrique Pérez Badia, al que se le ha dedicado una calle, el ayuntamiento recuerda que fue alcalde durante los últimos meses de la Guerra Civil «y que no cometió ningún otro delito que el de asumir el deber de ser alcalde». «Setenta y seis años después, hacemos desde el ayuntamiento una mención especial a un predecesor nuestro con toda la legitimidad que le fue negada», concluye.
