Caminar estos días por el entorno del paraje dels Peixets, en Alboraia, es hacerlo entre operarios, tierra removida, polvo y el ruido de las máquinas que trabajan a marchas forzadas para que el próximo viernes dé comienzo el festival Marenostrum, un evento musical que espera a unas 40.000 personas del 8 al 10 de julio.

Levante-EMV recorrió ayer la zona acompañado de Vicent Martí, un agricultor de 63 años residente en Alboraia, para conocer su valoración sobre el impacto del macroevento en la huerta. «Lo que van hacer aquí es una barbaridad a todos los niveles», es lo primero que pronuncia el veterano labrador nada más llegar al paraje.

Conforme nos adentramos en el camino, Vicent torcía el gesto al ver los trabajos que se desarrollan sobre el campo, como cubrir las acequias con bardos y cemento. «Esta tierra tardará años en volver a ser productiva. Por muchas protecciones que intenten ponerle, como plástico debajo de la grava que están echando, luego deberán quitarlo todo y la tierra, tras la paliza a la que se someterá, tardará en recuperarse», sentencia sobre el terreno en el que se levantaba el escenario principal, a solo 50 metros de la Ermita de Els Peixets. Y pregunta: «Si el año que viene vuelven ¿Qué va a pasar con la tierra? ¿Hacer y deshacer?».

Cabe recordar que la promotora del Marenostrum ha asegurado que ha retirado ya 14.000 toneladas de basura con un coste de 60.000 euros. Esta fue una de las ventajas que vio el Ayuntamiento de Alboraia para acoger el macroevento: regenerar la zona y que al concluir el festival la empresa «deje todo el terreno preparado para poder cultivar». La respuesta de Vicent Martí es clara: «tapar toda esa riqueza y hacer un festival de estas características y cómo va a afectar al entorno, yo creo que el ayuntamiento debería habérselo pensado dos veces».

El agricultor también afea a miembros del consistorio sus declaraciones «poco profesionales» sobre que la tierra no era fértil.«Estos campos son de los más productivos de la comarca, donde la variedad de la chufa era la de mayor calidad», asegura.

Y mientras el próximo viernes miles de jóvenes disfrutarán de elevadas dosis de decibelios, habrá otros que los sufrirán como los residentes del asentamiento de caravanas pegado a la Ermita y al escenario. «Esto va a ser un infierno. Los niños no va a poder dormir», vaticinan. Algunos han pesando irse durante los conciertos pero otros ni se lo plantean. «De aquí no nos movemos. La empresa nos ha dicho que habrá seguridad», indica. También Luis, que cuida de los terrenos y la casa de su jefe, se muestra nervioso. Los asistentes al Marenostrum pasarán horas y horas frente a sus puertas. «Esto va a ser una locura con tres días de chunda, chunda», alerta. «Nos han vallado el terreno pero seguro que se cuelan y tendré bronca. Ya me la lían en la noche de San Juan, imagínate con 30.000 jóvenes aquí», prevé. «Esperemos que el seguro de la empresa cubra todos los desperfectos en la huerta y propiedades», alerta.

Según los vecinos, la promotora les entregará unas acreditaciones para poder pasar el control y acceder a sus casas.