El pasado 29 de septiembre, y durante una visita a las obras del Corredor Mediterráneo, el alcalde de Puçol, Enric Esteve le entregó al ministro de Fomento, Rafael Catalá, una carta en la que el edil detalla los problemas que provoca en el casco urbano de la población el paso de las línes de tren. Según el escrito de Esteve, el «malestar de la ciudadanía» por la división que las vías provocan en el municipio «ha aumentado al conocer que la situación actual se verá agravada por el Corredor». «Según los estudios existentes —subraya— aumentarán el número de ferrocarriles de mercancias a su paso por Puçol entre 4.500 a 5.000 convoyes al año, lo que deteriorará la calidad de vida de los vecinos colindantes a menos de 15 metros». Recuerda el alcalde que desde 2005 el ayuntamiento traslada sus quejas a la entidad ferroviaria, sin obtener de momento una respuesta. «Con la ejecución del corredor, todos los trenes que actualmente pasan por nuestro municipio (cercanías, media y larga distancia, mercancías) así como los AVE circularán por la misma infraestructura ferroviaria y por el medio del casco urbano a velocidades que pueden llegar a los 160 km/hora».

Por su parte, los más reivindicativos en materia de mejoras en el ferrocarril son los municipios de la línea de cercanías C-3, que en la comarca son Alaquàs, Aldaia y Xirivella. El mandatario de esta última ciudad, Michel Montaner, ha remitido hace unos días una carta a Fomento en la que reclama que se adjudique la fase de electrificación de la línea prevista en los presupuestos de 2016 para que no se pierda ese dinero. Los alcaldes piden que se electrifique toda la línea para tener mejores frecuencias —actualmente son de 45 minutos en algunos tramos del día—, así como que el billete se integre en el transporte metropolitano.

En Alfafar, Benetússer y Sedaví, los consistorios reclaman desde hace una década fórmulas que permitan acometer el soterramiento de todo el trazado, que parte en dos los términos municipales y constituye una barrera muy peligrosa.