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Un 'Qué bello es vivir' en la Coma

Vecinos y entidades del barrio de Paterna colaboran para recuperar el piso en el que reside una pareja con su hijo de 18 meses destruido por un incendio el 17 de diciembre - La conselleria considera la casa «inhabitable» y subraya que la familia no es titular de esta vivienda pública

Un 'Qué bello es vivir' en la Coma

El pasado 17 de diciembre Abel y María salieron a comer con el pequeño Abel, su hijo de 18 meses. «Fuimos a comernos una hamburguesa, y cuando volvimos la casa ya se había quemado», recordaban ayer. La culpa, según aseguran, la tuvo un brasero. Las llamas destruyeron el comedor de la casa, acabando con todo el mobiliario, la televisión e incluso con la escayola que cubría las paredes. El fuego también se cebó con la pequeña habitación del niño y el humo afectó a todos los rincones de este piso del barrio paternero de la Coma „no es difícil, apenas sobrepasa los 60 metros cuadrados„, haciéndolo totalmente inhabitable.

Y así, «inhabitable», lo consideró el técnico enviado por la Entidad de Infraestructuras de la Generalitat (EIGE), propietaria del piso, hasta el punto de avisar a María y Abel de que deberían buscarse otro hogar. Además, a la circunstancia de tener una casa destruida por el fuego, había que añadir que la titularidad del piso no le corresponde ni a Abel ni a María, sino a una tía del primero, que ahora está viviendo en Canarias. Aún así, el joven (que tiene 21 años y que desde hace cuatro días trabaja recogiendo caquis) se crió allí con su tía y con su abuela desde que tenía un año y figura como empadronado desde 2009. También su hijo está empadronado en esta casa desde que nació, y su mujer (que tiene ahora 18 años y trabaja de camarera los fines de semana) se empadronó allí hace seis meses.

Por ello, la pareja considera que finalmente la Generalitat les aceptará como titulares de la casa, «teniendo en cuenta sobre todo que el representante de la EIGE en la comisión mixta que controla el plan de recuperación del barrio de la Coma se comprometió a que las familias que demostraran estar empadronadas más de dos años en un piso podrían reclamar la titularidad de la casa», según recordaba ayer Cristina Martí, miembro de la Granja Julia y del Colectivo de Jóvenes de la Coma que está colaborando con María y Abel en las gestiones relativas a su casa. «Nos hemos tenido que ir al piso de mi madre, pero allí ya son cuatro personas en dos habitaciones y a nosotros nos toca dormir en el comedor. Pero hemos hablado ya con la asistenta social del ayuntamiento y estamos recogiendo toda la documentación sobre nuestro empadronamiento, sobre que pagamos el alquiler todos los meses (87 euros), los gastos de comunidad (3 euros) y recogiendo firmas de los vecinos para demostrar que cumplimos nuestras obligaciones y tenemos un buen comportamiento», subrayaba ayer María.

Así pues, con la esperanza de que no deberían tener problemas para obtener la titularidad del piso en el que viven, solo queda que la EIGE cambie en su postura inicial de considerar «inhabitable» la casa tras el incendio del pasado 17 de diciembre. Circunstancia que sería realmente difícil si no hubiera ocurrido algo parecido a lo que le pasaba a James Stewart en la película «Qué bello es vivir». En aquel film de 1946, George Bailey, el personaje que interpretaba Stewart, recibía en plena época navideña el apoyo de todo su pueblo para salir de la bancarrota. Quien no contribuía con cien dolares lo hacía con uno, pero todos los habitantes de Bedford Falls ayudaban de una u otra forma a George y su familia.

En el caso de Abel, María y su pequeño, la noticia de que la casa se había pegado fuego y que debían abandonarla corrió como la pólvora por la Coma. La Granja Julia „un colectivo del barrio dedicado a la educación medioambiental y a combatir la exclusión social en el que María estuvo durante dos años„ contactó con asociaciones y entidades del barrio, que a su vez pidieron ayuda a los vecinos. «Un montón de personas anónimas se puso en marcha para ayudar. Algunos pusieron dinero, otros han aportado muebles o ropa, sobre todo para el niño, y otros han venido a trabajar», explicaba ayer Cristina Martí.

Efectivamente, varios vecinos con conocimientos de albañilería han ayudado a Abel y María a lucir de nuevo las paredes de la casa y a pintarlas, y también a recuperar la instalación eléctrica que había quedado totalmente inutilizada por el incendio. «Los materiales de obra los ha aportado la Granja Julia y algún proveedor que les ha hecho importantes descuentos», señala Martí. Ahora quieren que los técnicos del EIGE vuelvan a su casa y comprueben que está lista para volver a vivir en ella.

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