Desde hace siete años Antonio Onrubia vive en la calle, alimentándose de la comida que le da la gente y de las pocas monedas que obtiene pidiendo a las puertas de un supermercado de la avenida del Vedat de Torrent. Por las noches un cajero de un banco, donde le dieron permiso para pernoctar, le sirve de refugio para guarecerse del frío. El pasado viernes 6 de enero, Día de Reyes, todo estuvo a punto de cambiar para él. Una mujer le había entregado días antes una papeleta para el sorteo del Niño y al conocer la noticia de que el primer premio, con el 08354, había recaído en Torrent, y siendo consciente de que su número acababa en 54, el hombre creyó que era uno de los afortunados. Así lo hizo saber a todo el mundo con el que se encontraba, feliz por ver que por fin la suerte le sonreía en la vida, pero sin atreverse a sacar la papeleta ante el temor a perderla o que se la quitaran.

Por desgracia esta historia navideña no tiene un final feliz y como si de un fugaz sueño se tratara, después de un fin de semana pensando que iba a poder abandonar la calle, Antonio se enfrentó de nuevo a su cruda realidad diaria. El lunes por la mañana, a primera hora para que no se le hiciera tarde, este indigente de Torrent acudió a la Caja Rural para cobrar su papeleta. «Creía que me había tocado pero me dijeron que eran solo los dos números del final ... Se ve que me rayé con el número», se lamentaba Antonio.

«Han venido ya varias mujeres a darme la enhorabuena, pero ya les he dicho que no, que me había equivocado», explicaba este hombre de 46 años y natural de Torrent. «Si me hubiera tocado iba yo a estar aquí pidiendo limosna», argumentaba. «Me hubiera hecho un apaño, por lo menos para mirarme un piso de alquiler y no estar durmiendo en la calle», confesaba con pesar en el rostro pero sin perder la sonrisa. «No tengo cargas y con ese dinero podía haber hecho muchas cosas». Antonio perdió a su familia y tuvo que dejar su trabajo colocando postes de alta tensión para cuidar a su madre. «Como la casa era de alquiler y ya no podía pagarla acabé en la calle», admite, a la vez que asegura que nunca ha tenido problemas con el alcohol o las drogas.

Las más de 48 horas en las que creyó poder salir de su situación el hombre lo celebró con los dueños de un bar chino en el que se lava y le guardan sus pertenencias durante el día, a la espera de que la sucursal bancaria cierre sus puertas. «Todo el fin de semana pensando que lo llevaba en la cartera y al final solo me han tocado 15 euros». Respecto a la mujer que le entregó la papeleta solo tiene palabras de agradecimiento. «Por aquí pasa mucha gente y no se si la reconocería. Compró dos papeletas y me dijo: 'Una para ti, a ver si toca'», recordaba sin perder la esperanza de que el año que viene la fortuna le sea propicia.