Cuatro sillas, una guitarra y dos ¿trompas ?. En la Compañía Patricia Pardo no necesita más escenografía para poner en pie su obra "El fandango de Marx". Con ella abrirán un año de celebraciones en las que cumplen una década en los escenarios. No es el único aniversario. Ya son 20 los años transcurridos desde que la propia Patricia Pardo debutó como profesional. Además, con este montaje, la compañía actuará por primera vez en su historia en el Teatro Rialto. Será del 26 al 30 de abril. Y estará acompañada por la Banda Sinfónia de la Unió Musical d'Alaquàs.

"El fandango de Marx" es un canto a la periferia, que combina la gestualidad del clown y los malabares y equilibrios circenses con el teatro delirante, salpicado de música tradicional valenciana (jotas, fandangos, malagueñas, canto de estilo) interpretada en escena por Begoña Tena. Las representaciones en el Teatro Rialto estarán acompañadas por la Banda Sinfónica de la Unión Musical de Alaquàs, dirigida por Enric Parreño.

De Alaquàs a Tavernes Blanques. De la Superpop al Camacuc. De El Corte Inglés en la Papelería Librería Juguetes Marina. Del "cubo de Rubik" a "bollycaos". De la lucha obrera a los topless en la playa de El Saler. De comida telinas a ir a clase de mecanografía. De jugar en la calle a sufrir bullying cuando aún no se llamaba bullying. Del racismo a las extraescolares de gimnasia rítmica. De calles con descampados en la Ford de Almussafes. De inmigrantes que vienen en pateras a botar al rayuela. De las primeras masturbaciones al sexismo latente en el día a día. De lo que saben los astronautas de la vida a lo que no saben. De Karl Marx a los Hermanos Marx.

"El fandango de Marx" nos traslada a la periferia de la Valencia de los años 80 y 90 para ver cómo crecen, juegan y se educan los hijos de los obreros. Quedan atrás la violencia física y la jerarquización del poder de los años pasados. Los padres anteponen la creatividad, la cultura y el arte contra la herencia de la dictadura y las injusticias sociales. La obra huye de la nostalgia y reflexiona, también, sobre cómo ha evolucionado el pensamiento de algunos de esos obreros entonces ante el proceso migratorio actual. La crítica, además, apunta al cinismo de determinados medios de comunicación y periodistas a la hora de retratar (y justificar) las desigualdades existentes.

Humor delirante y responsabilidad social. Las risas que provocan los payasos con sus bofetadas y caídas y la emoción de equilibrios imposibles y malabares que hipnotizan. Diálogos con réplicas absurdas interrumpidos por canciones tradicionales valencianas interpretadas en directo con el apoyo de una banda sinfónica. Son algunos de los ingredientes de un montaje conmovedor, divertido y muy físico que engloba en toda su amplitud lo que conocemos como artes escénicas.