Los gobiernos que surgieron de las elecciones de 2015 enarbolaron la bandera de la participación vecinal y anunciaron el protagonismo de los colectivos en la gestión del día a día. Pero, cuando ya ha pasado la mitad del mandato, ¿se han cumplido las promesas de tantos nuevos alcaldes y alcaldesas de «abrir los despachos a la ciudadanía»?
En Torrent, Ángel García Bustos, presidente de la Federación de Asociaciones Ciudadanas (FAC), que agrupa a cerca de 50 colectivos, considera que «ha mejorado el diálogo y hay mayor colaboración». «Pero a la hora de la verdad de cumplir lo que pedimos, es parecido a lo de antes», matiza. La federación recibe y traslada quejas sobre falta de limpieza urbana, excrementos canicos y, sobre todo, exceso de velocidad en algunos barrios. «Hemos pedido más vigilancia para patines y similares por el paseo de la avenida pero no se hace», añade.
El presidente de la Federación de Asociaciones Vecinales de Paterna (Favepa), Jesús Fernández, asegura que «en materia de participación ciudadana, Paterna se está convirtiendo en un ejemplo a seguir. Se ha notado un mayor compromiso en querer hacer cosas con las asociaciones . Y el último ejemplo es la actualización de la carta de participación ciudadana». El dirigente de Favepa destaca otros logros recientes como los presupuestos participativos o que sea un vecino, y no el alcalde quien presida el consejo ciudadano». En el debe del actual ejecutivo PSPV-Compromís, Fernández apunta la «lentitud» con la que se está llevando a cabo una de sus grandes reivindicaciones: la eliminación de los pasos a nivel.
Otro veterano de la lucha vecinal, el portavoz de la coordinadora de asociaciones de Mislata, Julián Martínez, señala que la importancia de estos colectivos radica en que «el político actúa pensando en que sus ideas son las que quieren los vecinos porque han ganado las elecciones, pero esas ideas han de enfrentarse al día a día». En el caso de este municipio, Martínez recuerda que el cambio de gobierno entre PP y PSOE fue anterior (2011) y entonces ya hubo una mejora en las relaciones entre los dirigentes y las entidades vecinales. «Hay constantes contactos pero falta más participación en la gestión -asegura-. Por ejemplo, somos los primeros en conocer los presupuestos pero no podemos introducir ninguna modificación». Entre las reivindicaciones vecinales sin solucionar, muchos años después Martínez lo sigue teniendo claro: la sanidad pública.
