Fue un espectáculo más luminoso y rítmico que en los últimos años. En su primera edición como Fiesta de Interés Turístico Nacional, la Cordà de Paterna no solo no decepcionó a nadie sino que ha sido calificada por distintos expertos como una de las mejores de la última década.

Aunque toda la maquinaria está más que ensayada año a año (unos 70.000 cohetes en algo más de 20 minutos, a cargo de un equipo de unas 360 personas que tienen sus funciones claramente delimitadas en la calle Mayor), nunca hay dos 'cordaes' iguales.

Y la de la madrugada del lunes fue de esas que quedarán para la historia. Algunos veteranos tiradores han coincidido en señalar que parte del éxito se debe al cambio del tipo de cohetes.

Como explica el Coeter Major, Antonio Monrabal «Cotito», tradicionalmente ha suministrado todos los artefactos de fuego la empresa de Vicente Caballer. Pero este año ganó el concurso que convoca el ayuntamiento la firma Hermanos Caballer y, a través de ella, los cohetes fueron proporcionados por Pirotécnia Rausell, «considerada por muchos como la de mejor calidad» en este artículo. Así, los cohetes tenían «más luz y más fuerza» que otros años. «Tardaban muy poco en coger la fuerza y tenían una trayectoria preciosa», analiza Cotito.

De ahí que cuando se producía alguna bajada de intensidad, la pericia de tiradores y tiradoras, unida a la rapidez del cohete, hacían que la calle Mayor volviera a llenarse de fuego y estruendo.

El dispositivo de la Cordà se puso en marcha a la 1,32 horas de la madrugada del lunes con el toque de corneta y cinco minutos más tarde pasaba por el recinto acotado de la calle Mayor (unos 180 metros lineales) la bengala verde que da el pistoletazo de salida. El primer cohete se encendió a la 1,39 minutos y, a partir de ese momento, el trueno y el fuego se apoderaron del espacio, ante la admiración de vecindario y visitantes, durante 23 minutos.El punto álgido se alcanzó cuando faltaba un minuto para las dos de la mañana, segundos antes de que pasara el portador de la luz roja que indica que la Cordà ha de llegar a su fin.

Según el presidente de Interpenyas, Cèsar Andreu, la Cordà 2017 ha sido «la mejor de muchos años» porque «el cohete funcionó muy bien y porque tiradores y tiradoras estaban muy concentrados en su función». Andreu opina que ambos factores (el cambio de material y el humano) fueron clave «al 50% cada uno» de la espectacularidad de la Cordà.

Más responsabilidad

«La declaración nacional ha hecho que tuviéramos más responsabilidad, que notábamos sobre todo en las últimas semanas. No era una presión externa sino que nos la hemos impuesto nosotros», reconoce el presidente.

La Cordà 2017 empezó a lo grande y no perdió el ritmo. Durante el desarrollo se quemaron accidentalmente 15 cajones de los 126 que había en la calle, lo que se considera baja incidencia, teniendo en cuenta la temperatura que alcalza la zona. Y al final se detonaron algunos cajones de forma controlada por parte de los expertos porque el tiempo se había agotado y aún tenían carga.

Para el alcalde y tirador de la Cordà, Juan Antonio Sagredo, «este año se ha notado la nueva distribución del fuego, cobrando mayor protagonismo los extremos de la calle Mayor, lo que ha permitido que tiradores y expectadores hayan podido disfrutar de una de las mejores 'cordaes' de los últimos años». «Nuestro monumento al tirador ha sido testigo de excepción de la primera Cordà declarada fiesta de interés turístico nacional», ha añadido.

Fin de fiesta

Tras la Cordà, las peñas se dispusieron a celebrar su fin de fiesta en el Parc Central. La llamada Recordà, un espectáculo menos encorsetado y sin límite de tiempo y espacio, comenzó a las tres de la madrugada y acabó a las siete. A lo largo de estas cuatro horas se consumieron 90 cajones. Esta actividad cierra las manifestaciones culturales de fuego que realizan personas aficionadas, entre las que ha destacado la amplia parricipación en actos infantiles.