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Opinión

Del coche también se sale

"Lo importante es convencerte al montar en él de que puedes olvidarlo todo, porque es TU momento, y TÚ eres el protagonista"

Dicen que dejar el coche es tan complicado como dejar de fumar. No es fácil desprenderse de una máquina diseñada de manera interesada con el propósito de hacerte sentir especial en medio de la rutina. Al entrar en el coche te evades del mundo y encuentras TU espacio de confort, TU música, o TU decoración. ¿Qué importa que sea más o menos acertada?, porque desde el «Papa no corras» acompañada de la foto de los niños pegada en el salpicadero, poco se ha innovado en interiorismo automovilístico. Lo importante es convencerte al montar en él de que puedes olvidarlo todo, porque es TU momento, y TÚ eres el protagonista.

Si a esto le unimos las agresivas campañas de márquetin de la industria del automóvil, que ha convertido al coche en un elemento icónico del progreso y de «una vida mejor», el proceso de cambio a otras formas de movilidad se complica. Hagamos una prueba. Camina por la ciudad y fácilmente encontrarás algún coche aparcado encima de la acera. Observa la reacción de los peatones. Con toda probabilidad verás como en el mejor de los casos, pasarán entre el mínimo espacio que deja el coche y la fachada del edificio, y en otros bajarán a la calzada para sortearlo, todo ello de manera automática, sin tan siquiera inmutarse. El coche privado ha calado en nuestro inconsciente colectivo. ¿Quién podría enfadarse con aquella máquina que nos acercaba en la infancia al pueblo a ver a la familia? Donde nos refugiábamos a darnos besos a escondidas con el primer amor. Ese artilugio al que canta nuestro artista favorito, o esa máquina que los anuncios asocian a la libertad sacando la mano por la ventanilla. El mensaje es claro, tener 18 años y no sacarte el carnet es de perdedores, aunque mucho menos que pagar los 45.000 euros que es el coste medio (seguros, ITV, reparaciones, multas, gasolina?) de un coche en propiedad a lo largo de su vida útil, más del triple que el de su compra.

Desengancharse no es fácil, pero empieza por aceptar los costos sociales del uso del automóvil privado. Accidentes, ruido, la contaminación culpable de 30.000 muertes prematuras al año en el estado español, cambio climático, la usurpación del espacio público o las pérdidas de productividad que generan los atascos. Costes que te afectan a ti, pero también a tus seres queridos, a tu familia, a tus amistades o a tu ciudad. Porque llegado el momento, el cambio es tan sencillo como pasar del TÚ al NOSOTROS.

Presidente del col·lectiu Soterranya de l'Horta Sud

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