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Los ecologistas alertan sobre un gran vertedero en pleno bosque de la Vallesa

Reclaman a la administración que actúe para que se limpie una zona en la que un antiguo ermitaño acumuló mucha basura

Los ecologistas alertan sobre un gran vertedero en pleno bosque de la Vallesa

La Coordinadora en Defensa de los Bosques del Turia pide que se limpie toda la basura acumulada en una parte de la Vallesa que linda con el apeadero Entrepins de Metrovalencia en la que vivió, hasta hace un poco más de un año, un ermitaño que tenía tendencia a acumular basura.

Así lo explicaba ayer Francisco Pellicer, miembro de la coordinadora del parque natural. El espacio, en el término municipal de Ribarroja del Turia, forma parte de la propiedad de los Trénor y lleva un año abandonado ya que los montones de basura siguen acumulados y los ecologistas temen por el riesgo de incendio. «Llevamos más de dos años denunciando está situación. A pesar de que alertamos al Ayuntamiento de Ribarroja y ellos iniciaron los trámites, todo va muy lento y no podemos esperar hasta que se produzca un incendio, hay que actuar antes», explica el co-fundador de la coordinadora.

En este sentido, exigen a las instituciones competentes , ya sea las municipales o a la conselleria de Medio Ambiente, que califiquen la situación de «urgente» para que se agilicen los procesos de intervención y limpieza, pues, a pesar de ser de titularidad privada, el bosque es un parque natural que «nos interesa a todos preservar».

Cuidado del medio ambiente

Así, insisten en que la responsabilidad mediambiental debe estar en primer plano. «Después del incendio de La Canyada en 1994 no podemos permitir que haya otro incendio, tenemos que proteger el parque natural», apunta Pellicer. «Es un riesgo que coexista un espacio con tantos objetos que se pueden prender fuego en cualquier momento», añade el dirigente ecologista.

El espacio que habitaba el ermitaño está a unos 500 metros del apeadero de Metrovalencia, Entrepins. En esa zona se acumulan colchones, maletas, saneamientos, muebles, lámparas, bolsas, puntales de obra y todo tipo de enseres domésticos, incluido una bombona de butano.

Según Pellicer, el hombre que habitó el parque lo hizo durante unos 40 años, un tiempo que le sirvió para construir, a base de piedras, una especie de sistema anti inundaciones. De hecho, en todo el camino que transcurre desde el apeadero ferroviario hasta el vertedero en pleno bosque, se puede seguir una ruta guiándose por las piedras y troncos colocados estratégicamente. Por otra parte, según detalla Pellicer, el mismo ermitaño contaba que se refugiaba en las trincheras de la Guerra Civil ubicadas allí mismo para pasar las noches en invierno.

Ahora, esta zona está inhabitada y llena de residuos. «Es muy peligroso, es necesario despejar la zona para evitar catástrofes», insiste el ecologista. En este sentido, apunta que en el espacio coexisten diferentes materiales, entre ellos vidrio, sensible al calor.

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