«Este edificio es un antecedente al Colegio Alemán de València, lo inició mi padre y fue un proyecto muy moderno para aquella época, hay pocas fábricas de entonces y es una lástima que se pierda la estructura y su entorno», cuenta Pablo Navarro Esteve, doctor arquitecto y profesor de la UPV hijo del arquitecto encargado, en su día, de esta construcción, Pablo Navarro Alvargonzález. El también experto y expresidente del Colegio Territorial de Arquitectos de València, Francisco Taberner, sigue esta línea argumental: «Las ciudades tienen que preservar sus edificios singulares que marcan una época y este lo es», apunta.

Así, detalla que aunque algunas épocas están asumidas y protegidas, a otras construcciones más recientes no se les dan el interés que merecen. «Este tipo de edificio es absolutamente moderno para el momento en el que se hizo y eso le da singularidad» subraya, y añade que «este estilo conecta con las mejores arquitecturas que se estaban haciendo en Europa y existen muy pocos de estas características» lo que, para el doctor, le da una «calidad» y le hace «merecedor de formar parte del catálogo de protección de patrimonio», un asunto que a su parecer está «muy abandonado» y en el que se tendría que trabajar para que «exista un catálogo que recoja todo este patrimonio, tanto cultural como industrial».

Por su parte, César Guardeño, historiador de arte y presidente del Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural critica que «El patrimonio que va más allá de los años 20 no tiene, en muchos casos, protección». «No se toma tiempo para valorar la arquitectura contemporánea, quizás se considera 'demasiado' nueva». Lo mismo pasa, dice, con el diseño industrial que según el experto está «menospreciado» y en esta línea, el experto aboga por una protección de este tipo de patrimonio arquitectónico que tiene, también, características «destacables».