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Historia local

La gran benefactora del señorío del Puig

Margarita, la hija de Roger de Lauria, administró los bienes heredados de sus padres en un medievo profundamente masculino, en el que se abrió paso

La gran benefactora del señorío del Puig

Para apreciar el lugar de la mujer en la sociedad medieval es necesario conocer las categorías o prejuicios histórico-sociales desde los que se interpretaba el mundo y se actuaba en la sociedad. La cultura medieval es fundamentalmente patriarcal Así, mientras que el hombre es considerado un agente activo, la mujer es concebida como un agente pasivo, en gran parte, por la gran influencia que ejerció Aristóteles a lo largo de la Edad Media. Por ello, la vida pública, desde el campo de la política, la guerra y los negocios, hasta la administración del culto divino y la cultura, es dominada por el hombre, quedando la mujer confinada a la esfera doméstica o privada.

El pensamiento medieval, desde San Agustín hasta Santo Tomás de Aquino, justificará que, según el orden natural y divino, la mujer debe estar sometida al varón. Pero, a pesar de este ingenuo pero potente prejuicio histórico-cultural medieval, emergerá un número de mujeres que, por su carácter y su firmeza, acometerán importantes aportaciones, e influirán en la sociedad en que vivieron. Y tal es el caso de Margarita de Llúria (0 de Lauria), que dejó su huella en muchos lugares de la actual Comunitat Valenciana y, en particular, su legado fue y es fundamental en la evolución histórica y solidaria del Puig de Santa Maria.

Margarita de Llúria es hija del gran almirante Roger de Llúria y de Doña Saurina de Entença, biznieta de Bernat Guillem de Entença, tío de Jaime I y vencedor en la crucial Batalla del Puig. Contrajeron matrimonio en 1291. Roger murió en 1305 y Doña Saurina en 1325, dejando en herencia a su hija Margarita de Llúria Alcoy, el Puig de Santa Maria, Travadell, Calpe, Altea, heredades en Denia y en Játiva (J. Millán, VIII Asamblea cronistas, p. 96). Como poseedora de estos lugares influyó en ellos. Así, por ejemplo, promovió la construcción de la iglesia de Ifach (Calp) y sus donaciones fueron cruciales en la construcción de la cartuja de Portaceli.

Pero, Margarita de Llúria se enamoró, hasta tal punto, de su señorío del Puig de Santa Maria y de todo lo que representaba este simbólico lugar para los valencianos, que llegó a cambiar su testamento de 1341, en el que había dispuesto ser enterrada junto a su padre, Roger de Llúria, en el monasterio de Santes Creus, en Tarragona, decidiendo, finalmente, el 6 de marzo de 1343, ser sepultada ante el altar de la iglesia del Puig de Santa Maria, junto a la patrona del Reino de Valencia.

Vivió en su señorío del Puig de Santa Maria, tanto en su castillo, en el que tenía una capilla dedicada a la Virgen (Badenes; Montero, El Castell de la Patà, 2004, pp. 193, 194) como en una casa palaciega que construyó adosada al ábside cuadrado de la iglesia medieval «y con puerta franca a ella, hizo una vida honesta» (F. Martínez, Historia de la Virgen del Puig, 1760, pp. 194 y 202).

La obra más importante que emprendió en el Puig de Santa Maria fue que «aviendo venido la primera Yglesia que nos edificara el Rey don Jayme a mucha vejez, hizo la illustrissima Condessa esta que hoy tenemos de la grandeza, y hermosura que se ve» (F. Guimeran, Breve historia de la Merced, 1591, p. 282). De modo que Margarita de Llúria reedificó la iglesia gótica que hoy podemos admirar, pero no pudo verla finalizada, pues dejó en su testamento rentas para poder concluir el campanario y la capilla que se sitúa en su interior (AHN, Clero. Carpeta 3195, n. 11).

Pero, sin duda, la obra más solidaria que realizó, todo un ejemplo para la educación ético-cívica del siglo XXI, fue la fundación de un hospital medieval, uno de los más antiguos del Reino de Valencia, en el segundo cuarto del siglo XIV, junto a la iglesia del Puig de Santa Maria, legándole en su testamento, a perpetuidad, quinientos sueldos anuales para comprar muebles y comida con los que atender a pobres, enfermos y huérfanos.

Margarita de Llúria, una mujer excepcional, que amó profundamente el territorio valenciano y su centro espiritual e histórico, el Puig de Santa Maria, actuó en un mundo masculino y luchó por abrirse camino construyendo un mundo mejor. Por todo ello y por ser un ejemplo destacado de la mujer, referente en la Historia valenciana, el IES del Puig de Santa Maria, como homenaje, debería llevar su nombre.

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