Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Patrimonio

Las calderas de Sant Pere y los mercedarios

La presencia de los religiosos se remonta a ocho siglos, lo que ha dejado su huella en la personalidad de municipios como el Puig o Algar de Palància

Las calderas de Sant Pere y los mercedarios

Este año se cumple el 800 aniversario de la fundación de la Orden de la Merced por San Pedro Nolasco con el apoyo de Jaime I. Desde el mismo año de su fundación en 1218, los seguidores de Nolasco ya arribaban al territorio valenciano para liberar a los cautivos cristianos (Remón, Historia de la Merced, 1618, fol. 55).

Desde el siglo XIII los mercedarios han ejercido su labor socializadora-cristianizadora por todo el reino de Valencia. Hoy día, tras ocho siglos, siguen realizando su labor y sus tradiciones han quedado impresas a fuego en el Puig de Santa Maria y Algar de Palància, dos poblaciones que deben, en un elevado tanto por ciento, su personalidad histórica y cultural a la Orden de la Merced. En ambas se siguen celebrando les Calderes de Sant Pere Nolasc.

Esta festividad tiene su origen en las redenciones de cautivos que llevaban a cabo los mercedarios. Pues, después de haber realizado una liberación, la Orden mercedaria ordenaba que «desembarcados los cautivos se traygan a monasterios nuestros, y allí se les de lo necesario» (Guimerán, Historia de la Merced, año 1591, p. 198).

Así, en la redención de 1654, los cautivos provenientes de Argel, tras desembarcar en el Puig «los vecinos y vezinas€ y el Padre Comendador€ nos asistió a todos» (Vidondo, Espejo católico, p. 420). En el convento de Valencia «hubo comida esplendida para todos los cautivos» (p. 421) y en Sagunt y su comarca (Algar de Palancia era señorío de la Orden de la Merced) son atendidos «con algo de limosna» (p. 422).

Como vemos, estas comidas se ofrecían en fechas indeterminadas, cuando los cautivos eran redimidos. Pero tras reconocer la santidad de Pedro Nolasco y permitir su culto, en 1628, fijando su celebración el 29 de enero, los mercedarios, anualmente, en sus monasterios y poblaciones lo conmemoraban, haciendo «una olla para los pobres en el dia solemnissimo de San Pedro Nolasco, à mas de aquella limosna de pan, que diariamente se distribuye entre ellos» (Fr. V. Oliver, Idea de un varón, año 1728, p. 120).

En el Puig de Santa Maria la tradición y la historia del origen de les Calderes se conserva viva. Por ello, su vecina María, «la Pilareta», que este año cumpliría 100 años, afirmaba, dicho por su madre y recibido de su abuela (nos remontamos al siglo XVIII), «que en la Fiesta de San Pedro Nolasco, el acontecimiento principal es la elaboración de unas calderas de comida, que se reparten entre los necesitados, y que recuerdan el alimento que la villa preparaba para los cautivos recién redimidos y que, famélicos y en mal estado, llegaban al convento mercedario, donde se reponían antes de ser trasladados a sus lugares de origen» (Melchor Azcárate, Obra Mercedaria, Nº 56, junio, año 2015).

La Orden de la Merced ha sido uno de los motores de la historia de los valencianos durante ocho siglos y, al comienzo del siglo XXI, sigue alimentando a nuestra necesitada sociedad con valores solidarios: los de Pere Nolasc.

Compartir el artículo

stats