Francisco, «Paquito»-como le llaman todos en el barrio- lleva 35 años viviendo en La Coma y, a pesar de que dice que él está agusto, admite que la gente cuando puede «deja el barrio, se marcha». «No tenemos parques, ni un buen servicio de sanidad, las instituciones nos dan la espalda y siguen desalojando a familias sin recursos». Así de contundente explica a Levante-EMV los principales motivos que llevaron ayer a los vecinos y vecinas a tomar las calles para «cambiar las cosas».

Organizados por la Asociación de Vecinos de la Coma y diferentes entidades sociales, decenas de personas salieron ayer en una marcha por el barrio para «tener voz» y, como dice Paquito, «para que el gobierno nos haga caso. Pertenecemos a Paterna y nos dan la espalda. Estamos marginados».

La plaza de La Yesa fue el punto de encuentro. Allí se leyó el manifiesto de la concentración, en la que miembros de entidades sociales y vecinales de La Coma expresaron la necesidad que tiene el barrio de mejorar los principales ejes para el sustento de una sociedad: La educación, la sanidad, el empleo, la vivienda, servicios sociales; «los derechos fundamentales y humanos» que dicen, no se cubren para muchas familias del barrio. Lo tienen claro, «cambiar la realidad es posible». Durante el inicio de la marcha los portavoces apuntaron que es fundamental «una apuesta política que no culpabilice a la población sino que dé, de verdad, una respuesta comprometida que vaya a las causas del problema». «Hay que apostar por el barrio no solo como escenario de campañas electorales, sino como posibilidad de transformar la realidad», recalcaron.

Divina lo comparte. Tiene tres hijos, dos escolarizados y el tercero le acompañaba ayer en la manifestación dentro de un carrito de bebé. «Es indecente el tema de las viviendas. No puede ser que tiren a las personas a la calle aunque no paguen. Si no lo hacen es porque no pueden, pero hay una necesidad real de vivienda. Yo ahora estoy esperando a ver qué pasa con mi casa», explica la madre de familia numerosa. Por el altavoz se oye: «Hay gente sin casas y casas sin gente. Hay pisos vacíos que no se van a llenar porque la gente de fuera no quiere vivir aquí». «Justo eso», comenta Divina al mismo tiempo, «es una necesidad para muchas familias».

Ocupación laboral, a la cola

Una de las pancartas manifiesta que en la Coma hay un 80% de paro. Mireia lo sufre. «Ahora estoy haciendo un curso, pero hay mucho problema de paro». Y se sigue oyendo por el altavoz, «no queremos que nos utilicéis, queremos que nos ayudéis». «Eso, eso», añade Mireia.

Juan y Encarna viven también en el barrio paternero. En su casa son nueve personas. «Vivimos nosotros, nuestros hijos, sus mujeres y nuestros nietos, no hay recurso para más», apuntaban ayer durante la manifestación. «Pertenecemos a Paterna pero no nos hacen caso, siempre estamos al margen de todo», lamentan. Antonio, por su parte, piensa en sus hijos: «antes trabajaban, ahora están desempleados y es complicado sacar adelante las familias, estamos apartados».

Los servicios del barrio, explicaban ayer durante el manifiesto, «han empeorado». Desde junio de 2017, expresan las asociaciones, no hay un supermercado en el barrio para abastecer a la población. Esta situación supone un problema para gran parte de los vecinos, sobre todo para la gente mayor que tiene dificultades para desplazarse al establecimiento más cercano. «El que tenemos más cerca está en Burjassot, a 3 kilómetros de aquí. Los adultos podemos acudir en coche o bien en tranvía, pero para los ancianos se hace cuesta arriba», dice Paquito.

En lo referente al ambulatorio y la atención sanitaria en el núcleo urbano, aislado geográficamente del municipio al que pertenece, los manifestantes reclamaban ayer la contratación de un tercer médico «como medida urgente para cubrir la demanda ciudadana». «Solo hay dos médicos y por las tardes y noches no hay atención. Necesitamos que haya un tercero por lo menos», dice Fina, vecina y madre de cuatro niños.

Los vecinos y vecinas quieren un futuro y la reconstrucción de un barrio «abandonado y olvidado». «Queremos que nuestros hijos crezcan en un entorno saludable, que puedan jugar en los parques, que vivan en un barrio limpio y con recursos». Ayer, gran parte de la población se alzó para que todas sus voces se convirtieran en una: «No, no, no, La Coma no se rinde», cantaban en un escenario lleno de pancartas con mensajes directos. Ayer los vecinos salieron a la calle y gritaron fuerte para dar un paso más hacia su objetivo principal: ser escuchados, comprendidos, ayudados. Un barrio que, tal como demostró ayer «quiere un futuro». Y caminará hacia él.