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Tardes de sueños y palomitas en Mislata

El municipio llegó a concentrar en la década de los 30 y los 40 hasta tres salas de cine

Tardes de sueños y palomitas en Mislata

El nacimiento del cine y su popularización a principios del siglo XX supuso para la sociedad en general una nueva forma de entretenimiento y de socialización. La gran pantalla funcionó en gran medida como una fábrica de ilusiones, donde el espectador se permitía el lujo de descubrir mundos hasta entonces inaccesibles y soñar con transportarse, desde su butaca, a los lugares más recónditos del planeta.

En Mislata hubo un tiempo, allá por los años 30 y 40, en que el cine se instaló en la vida de sus vecinos. Llegó a tener tres grandes salas -el Español, el Cultural y el Sur-, que fueron un reclamo para toda València y sus alrededores. Antes, el pueblo ya tuvo su primer cine en1926, cuando Alberto Sanmartín, vecino de Mislata, instaló un pequeña sala en una nave cubierta, en la calle Alfonso XIII.

Quien mejor conoce la historia del cine en Mislata es Luis Mañas, que ha realizado una importante labor de investigación y cuyas conclusiones divulga ahora en charlas y conferencias. Los antiguos cines, como vivió Mañas en primera persona, «ocuparon buena parte de nuestra infancia y juventud; con ellos crecimos y tuvimos la oportunidad de descubrir otras vidas».

La primera sala

El primer cine de Mislata como tal fue el Español, ubicado en la calle Salvador Giner. Según la información de Mañas, en 1931 la Sociedad Agrícola Unión y Fomento vendió este edificio a Vicente Alandes. Al parecer, el local ya estuvo funcionando como teatro y cine desde 1928, pero fue con la transacción cuando pasó a ser oficialmente la primera sala de cine de Mislata.

Durante los años previos a la Guerra Civil, los vecinos pudieron disfrutar de clásicos como La verbena de la Paloma, Morena Clara¸ La hermana de San Sulpicio o El malvado Carabel. El conflicto bélico paralizó la actividad cinematográfica, que retornó con el fin de la contienda con películas como La Quimera del oro o Ciudadano Kane.

La propaganda del NO-DO

El segundo gran cine de Mislata fue El Cultural, cuya entrada principal estaba en la avenida Gregoria Gea, aunque también podía accederse desde Miguel Hernández, actual Centro Cultural del Ayuntamiento. En su pantalla se proyectaron San Francisco, Robé un millón o Se ha perdido un cadáver, siempre con la cortinilla inicial del NO-DO. Y es que otra de las principales funciones sociales del cine de la época era la informativa, ya que por aquel tiempo la televisión aún no había llegado a las casas.

Lujo y confort ante la pantalla

El tercer cine de Mislata llevaba por nombre Cine Sur y estaba situado en el barrio de la Cruz de Mislata. De enormes dimensiones, con planta baja y pisos superiores, fue el último cine y más lujoso. Fue construido con unas condiciones de confort que no disponían el resto de salas y contaba además con un grupo electrógeno por si fallaba el suministro eléctrico, un lujo al alcance de pocos cines de la época.

Propiedad de Pedro Navarro López, el cine Sur se inauguró a finales del año 1948 y fue allí donde por primera vez se proyectó la primera película filmada en cinemascope La túnica sagrada (1953), un formato panorámico que dejó boquiabiertos a los cinéfilos de Mislata. El cine Sur tenía un aforo de 944 butacas, de las cuales 577 se ubicaban en el patio y 367 en el anfiteatro. El número de espectadores era de 14.470 a la semana.

Tres películas por sesión

Con la apertura del Sur llegó, como explica Mañas, «la época dorada del cine en Mislata». El aumento del aforo y las nuevas tecnologías acabaron de popularizar por completo el séptimo arte. Las tres salas abrían sábados y domingos, y era habitual que programaran hasta tres películas por sesión: una de intriga, una cómica y un western. El historiador recuerda que los domingos «teníamos por costumbre ir primero a ver el fútbol y después al cine», en cuyas puertas se concentraban cada semana centenares de jóvenes del pueblo. «Después dábamos un paseo por la calle Mayor y acabábamos en el baile», concluye.

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