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Urbanismo

«Esto es Godella; es un pueblo, no Manhattan»

Los vecinos rechazan que el municipio crezca en vertical y piden mantener su esencia, aunque también hay partidarios de mejorar la imagen urbana

Varios edificios de cuatro o más alturas de la calle Sant Blai rodean a casas bajas tradicionales. c. l.

División de opiniones. Así han acogido los vecinos de Godella la noticia adelantada por este diario sobre la aprobación de una modificación puntual del PGOU, permitiendo edificar más alturas de las permitidas en determinados barrios, siempre y cuando se cumplan un par de requisitos indispensables. Pese a la disparidad de posturas, son mayor número los que piden que el municipio de l'Horta Nord mantenga su esencia tradicional de pueblo.

Godella no era ajena ayer a la festividad del Primero de Mayo. Negocios cerrados, poco tráfico rodado y los peatones se divisaban a cuentagotas. Por Ramón y Cajal, en el ensanche, bajaba José, de 62 años. «A la larga lo ideal es que las casas fueran bajitas y con una densidad de población inferior. Esto es Godella, no Manhattan», afirma ante la mirada de su esposa. Al hombre, natural del municipio, no le convence la modificación del PGOU. «Esto es un pueblo y cuanto más perdure su estética y el urbanismo típico de aquí, mucho mejor», sentencia, antes de seguir con su paseo matinal.

A escasos metros, Luis, vecino de Godella desde hace más de tres décadas, está tirando envases en un contenedor amarillo. Es más del no que del sí. «Ya que han hecho la chapuza de permitir en su día hacer más alturas de las permitidas, como en algunas de estas fincas, ahora se debe respetar el límite de alturas que marca el plan general y que se quede la fisionomía tal cual está, aunque haya medianeras», asegura.

Miguel Ángel llegó a Godella en 1977. Sube por la calle Sant Blai y gira a la derecha para buscar su domicilio, en Ramón y Cajal. Con chándal dominguero y una bolsa de hortalizas recién cortadas, hojea el artículo de este diario sobre la modificación urbanística. «Me parece fatal esto que ha aprobado el ayuntamiento. No me gusta nada. Cuando vine aquí a vivir hace más de 40 años, ahí delante -señalando a la altura del 20 de Ramón y Cajal- pretendían hacer edificios con alturas, ya que la mayoría de chalés estaban abandonados. Al final se respetó y los chalés se salvaron. Por eso no me gustaría que esta calle, que es un como vergel, se estropeara», argumenta. Con 67 años, ha vivido la evolución del municipio. «Prefiero los escalonamientos y medianeras que han quedado en algunos zonas, a más viviendas con más alturas, porque eso también supone que aumenten los vecinos, que haya más coches? Esta zona ahora es una carretera con mucho tráfico», recuerda. Para Miguel Ángel, la conclusión era fácil: «Debe haber la misma altura que hasta ahora y no crecer, y el ayuntamiento se equivoca, ya que esta calle es muy bonita y romperían su estética».

En calles como Sant Blai o Cervantes son visibles la diferencia de alturas entre las viviendas. Por allí pasea Manuel, vecino de Rocafort. «Si se quiere equiparar edificios y se hace estudiando caso por caso, me parece perfecto. Lo que no se puede es generalizar. En zonas como Ramón y Cajal, donde se han hecho aberraciones, podría aplicarse esta modificación y tratar de equiparar. En cambio, en Cervantes, que me parece una calle más tradicional, la cosa es diferente», explica. Para Manuel, acompañado de su mujer, «tendría que intentar corregirse estos escalonamientos en la medida de lo posible. Es un pueblo, sí, pero insisto en que hace peor efecto como está ahora, que el hecho de que se intente igualar. Por ejemplo, el caso de la carpintería-al inicio de la calle Reverendo Sancho Bargues, al lado de un edificio de cinco plantas y sobre la que proyecta una nueva edificación que podría ser superior a las dos alturas permitidas, en virtud de la nueva modificación- es un caso clamoroso, ya que lleva más de treinta años parado».

«Hay que homogeneizar»

Javier y Patricia viven en el centro, zona excluida de poder crecer en vertical, desde el pasado verano. Ella está en contra. Él, difiere. «Si empiezan a hacer más fincas, el pueblo acabará siendo una ciudad dormitorio, y yo prefiero las casitas de dos alturas y que se mantenga la esencia del pueblo», defiende la mujer. Pero su pareja lo ve diferente. «En esta zona -cruce de Sant Blai con Cervantes-, para que haya uniformidad, debe permitirse más alturas. Hay zonas destinadas a residencial donde se debe mantener las alturas permitidas, pero en otras, como aquí , donde se permitió levantar edificios de mayor altura, para homogeneizar se debe permitir esa ampliación».

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