Llevan todo el año ensayando. Otros, a los que se le ha echado el tiempo encima, y solo han ensayado dos semanas. Pero todos bailaron ayer. Los falleros participaron en una segunda «ofrenda» a la Mare de Déu, solo que esta vez la honraron con el baile tradicional valenciano y no con flores.

La polémica sobre el cambio de fecha en la participación de Rocío Gil, fallera mayor de 2018, y su corte, que habitualmente bailaban con el resto de grupos el sábado, lo hicieron ayer junto al resto de falleros, y toda polémica entre la organización del Ayuntamiento de València y la Interagrupación de Fallas quedó a un lado en una noche que transcurrió con normalidad y emotividad.

Las comisiones participaron ayer en una «dansà» que sentará precedente por el elevado número de participantes. La Plaza de la Virgen recordó al día grande de fallas, con menos público del habitual pero igual de entregado. Al paso de las falleras, los espectadores aplaudían y los turistas extranjeros sacaron fotografías a un espacio que se quedó pequeño para tanta «eixida, cadera y fandanguet», paso tradicionales de la dansà valenciana.

Entre los participantes, el concejal de Comercio, Carlos Galiana, y el de Cultura Festiva, Pere Fuset, que no se vistió pero no se despegó de su fallera mayor.

Tal y como decició el ayuntamiento, las comisiones infantiles actuaron a las 20 horas. El sol cayó con la música tradicional resonando al ritmo de la dolçaina y el tabalet mientras los más pequeños, algunos más diestros que otros, dieron el do de pecho en la que fue la primera «dansà» del fin de semana. Entre ellos, la fallera mayor infantil, Daniela Gómez junto a toda su corte de honor.