Junto a la estación de ferrocarril de Aldaia, el punto donde llegaron hace 80 años, se eleva desde ayer un monolito de mármol que recuerda a los niños y niñas de Madrid que durante la Guerra Civil fueron evacuados, de los cuáles decenas de ellos fueron a parar a casa de familias de la población. Rodeado de flores de los colores de la bandera republicana, la escultura, obra de Alexi Alemany, simboliza que las diferentes ideologías (representadas en triángulos) pueden y deben coexistir.

El monolito se inauguró en el Parc de les Oliveres, junto al trazado del tren, en un acto donde los versos de Lorca, la música, los poemas y los recuerdos se fundieron con los platos más tradicionales de la población: el pimentó amb tonyina y los dulces "sopà" y "orelletes", que se degustaron al finalizar, como colofón de la I Trobada Musical i Gastronòmica Para l'Orelleta". Entre el público, apenas un puñado de supervivientes de aquellos niños y niñas de Madrid y muchísimos de sus familiares, descendientes y amigos, que compartieron vivencias.

"No lo tuvisteis fácil", manifestó la concejala de Cultura, Empar Folgado, que presentó el acto, en referencia a aquellas criaturas que llegaron evacuadas desde un orfanato, algunas totalmente desnutridas y otras con trauma de guerra, de una ciudad que ya tenía graves problemas de abastecimiento y sufría bombardeos. Los niños y niñas llegaron dentro de los planes establecidos por el Gobierno de la República de evacuación para la infancia, a través de colonias escolares o de familias acogedoras, como este caso.

El grueso de los desplazados llegó a la estación de Aldaia y se quedó en la población, aunque algunos fueron a parar a familias de Alaquàs o de Quart de Poblet. Al finalizar la contienda fueron reclamados de nuevo, aunque muchas familias lograron que se quedaran en sus casas o que volvieran más tarde. En el acto de ayer se les reconoció a todos, así como a las familias que los acogieron. El homenaje comenzó con un recital a cargo del guitarrista Rubén Parejo y la soprano aldaiera Saray Garcia, que interpretaron música y versos de Federico García Lorca y "El cant dels ocells", de Pau Casals.

Empar Folgado recordó que se vivió "una guerra injusta y cruel" ante la que la población "abrió sus puertas" en forma de acogida a todos aquellos niños sin familia en ese momento. "Estamos hablando de humanidad", dijo.

Por su parte, el exalcalde socialista Enric Luján, que participaba en calidad de historiador, explicó que la llegada de los "madrileños" supuso aumentar un 3,5% la población ya que hubo acogidas en el 15% de las casas. Aquella llegada de niños y niñas "que hablaban diferente" cambió la realidad local. "Cada uno tiene una historia diferente pero todos coinciden en la acogida que tuvieron y en que se sintieron como en familia". "Ese orgullo de pertenencia ha sido después fundamental para superar otras crisis", opinó para añadir que aquel capítulo de la historia local hace 80 años ha de servir para "ser implacables en nuestro rechazo a los conflictos bélicos".

Como representante de las familias acogedoras intervino el sacerdote Antonio Andrés, que vestía con alzacuellos, y manifestó que hace 80 años España vivía tiempos de "oscuridad" y la población de Aldaia también "porque había personas que habían muerto por ser católicas, muertes que tuvieron continuidad al acabar la guerra, e incluso habían convertido la Iglesia en un mercado". Por ello, valoró que la llegada de los niños y niñas de Madrid fue un rayo de esperanza.

Y finalmente, el alcalde Guillermo Luján, ha remarcó "el carácter acogedor del pueblo de Aldaia" ya que muchos de los desplazados "echaron raíces en la población" gracias a ello, además de destacar tres conceptos que considera que han de unirse al monolito: respeto, recuerdo y presencia.

Un poema específico

En el plano artístico, el autor de la escultura, Alexis Alemany, agradeció al Consell de les Arts de la población que confiara en él para el proyecto y al Ayuntamiento de Aldaia por sacar a la luz este capítulo de la historia local. Y el poeta Francesc Rodrigo, que ha escrito los versos que complementan el monolito, deseó que Aldaia sea una "tierra de paz y acogida siempre", antes de recitar el poema completo acompañado de la flautista África Rutea.

Entre el público, un asistente lució la bandera tricolor de la República. Y tras el homenaje, ha realizó una emotiva sesión de fotos junto al monolito. "Mi abuela también era madrileña", expresaba uno de los asistentes, al que le contestaban: "en mi familia se acogió a dos personas".