­«El objetivo último del método Suzuki es formar buenos ciudadanos a través de aprender a tocar un instrumento». Sergio Gil, uno de los directores de Cordes, explica que la filosofía de su espacio educativo, como él mismo prefiere denominarlo, coincide con esta metodología nacida en Japón. «Su punto fuerte es que es algo familiar y que involucra de forma sana tanto a hijos como a padres». Los cerca de cien niños que llenan sus aulas y revolotean por el centro son la más viva prueba de que el negocio funciona.

El método Suzuki que propone la escuela Cordes todavía es muy poco conocido en Valencia. En primer lugar, se ha de formar al padre en el aprendizaje de un instrumento para que posteriormente el niño entrene en casa a diario. «Se basa en cómo se aprende el idioma materno, y tú no hablas sólo los lunes y los miércoles de 10 a 12, sino todos los días y a todas horas», aclara Gil.

Por este motivo, es esencial que el niño empiece cuanto antes, si es posible con tan solo un año y medio. El director del centro aclara los plazos: «Del año y medio a los tres años, se introduce a los niños en la iniciación musical, es decir, en conceptos más genéricos. Ya cuando cumple los tres, se elige un instrumento y se comienza la enseñanza». Esa es la fase de aprendizaje en sí, que transcurrirá en su mayor parte en el hogar, pero que el centro completará con clases individuales y colectivas.

Sergio Gil no cree que el hecho de que los niños estudien en casa y sin horarios fijos suponga mayor presión para el niño. . «De hecho, es al contrario porque el padre, después de su formación, valora más el esfuerzo de su hijo».

Elena Roig , la otra directora de Cordes, destaca que en en el centro, se da tanta importancia al trabajo individual como al colectivo, algo transcedental para la educación de los niños. «Lo bueno de nuestra pedagogía es que los niños van a clase desde el año y medio con padres y con otros niños, por lo que se potencia una sociabilidad que quizá se ha perdido en otras escuelas».

Integrar vida familiar con educación musical como negocio funciona. «A las familias que vienen no les sobra el dinero, sólo que al ser una actividad familiar quizá valoran más el tiempo que pasan en la escuela», confiesa Roig. Según cuentan desde Cordes, la crisis se nota, pero el simple hecho de iniciar un negocio con éxito en estos tiempos convulsos es ya más que un triunfo.