Desde muy temprana edad, he sentido la necesidad de iniciar aventuras empresariales de muy diversa índole. Una empresa de jardinería, unos quioscos de zumos, hasta repartidores de periódicos distribuidos por toda la geografía. Con el tiempo, me di cuenta que no lo hacía por dinero, sino por el éxtasis del éxito al haber dispuesto los elementos de la forma correcta, resultando en una organización que crece y evoluciona. Una sensación similar la obtenía cuando confeccionaba programas informáticos y pienso que los músicos deben obtener algo parecido cuando componen. Hablamos de la satisfacción de la creación. Suena muy espiritual, pero en grandes emprendedores, como Steve Jobs, alma mater de Apple, o Mark Zuckerberg, creador de Facebook, se representa claramente: no están ahí por dinero.

Invertir requiere un talento especial para identificar en el emprendedor dos facultades innatas. Una, la satisfacción de la creación; y la otra, se gesta con el tiempo, y trata sobre la determinación, pase lo que pase, para llevar adelante su idea. Emprender es un camino por el desierto lleno de frustraciones. Cualquiera puede llevar al traste con la idea, por lo que el emprendedor se debe levantar cada día con la motivación para saltar cualquier obstáculo.

Por su parte, el inversor se levanta cada día con la seguridad de que el emprendedor encontrará la fórmula hacer frente a cualquier contratiempo y él o ella estarán ahí para ayudarlo, aportando una visión a largo plazo. Por este motivo, el euro invertido por el emprendedor no vale lo mismo que el euro aportado por el inversor. Todos tenemos ideas buenas, unos cuantos son capaces de insistir lo suficiente hasta ponerlas en práctica y unos pocos tener éxito. En este sentido, siempre recuerdo la sensación que obtuve cuando vi por primera vez un cuadro de Joan Miró: se trataba de una línea vertical, ligeramente inclinada, y unos puntitos negros sobre un fondo azul eléctrico. Parecía que era muy sencillo pintar aquello (idea), pero, el artista lo había dispuesto de una forma que atrapaba (talento) y, seguramente, como a todo artista en su época, lo tildarían de loco (determinación).

Son muchos los proyectos que día a día surgen de la mano de emprendedores ilusionados. Sin ir más lejos, el próximo 22 de noviembre se celebra en el Centro de Investigación Príncipe Felipe el III Foro de Inversión Best Beauty Contest, We Love Startups, que reconocerá la labor de los emprendedores, dará visibilidad a sus proyectos y les facilitará oportunidades de inversión.

Durante este encuentro, se presentarán los cuatro mejores proyectos emprendedores de carácter nacional y se seleccionará un ganador. En total, se han presentado 130 solicitudes, de sectores de toda índole, para participar en este foro, por lo que las perspectivas apuntan a que el emprendimiento español, junto con la inversión privada, seguirán jugando un papel fundamental en la creación de empresas durante los próximos años.

Por Raúl Aznar es Socio Director de AZNAR Patrimonio (multi-family office que destina parte de sus recursos a la inversión privada) y vice-presidente de CVBAN (Asociación de Business Angels).