Un pequeño cementerio franco-español del siglo XIX, en el que están enterrados decenas de soldados de ambos países, yace en el olvido en el centro de Vietnam, engullido por la creciente industria de los alrededores. Rodeadas de pabellones, frente a un puerto de reciente desarrollo en las afueras de la ciudad y junto a una escuela de formación profesional, las 32 tumbas del pequeño camposanto sobreviven a duras penas, asediadas por los hierbajos y en el olvido casi absoluto de turistas e instituciones.

Una modesta capilla preside el centro del recinto, con una explícita placa en francés: "Osario de las víctimas de la expedición franco-española". En el interior sólo destacan entre los muros vacíos un sobrio altar blanco de escayola y otra placa, también en francés, en la que se lee: "a la memoria de los combatientes franceses y españoles de la primera expedición Rigault de Genouilly, muertos entre 1858 y 1860 en estos lugares". Alrededor del edificio, asoman entre la maleza las lápidas de los soldados, la mayoría anónimas, aunque en algunas todavía se pueden leer inscripciones, como la dedicada en español "a la memoria de Juan Mauhorat y Soriell", o a la del teniente Juan Román, muertos en combate en mayo de 1859.

Los dos formaban parte de la expedición militar franco-española proveniente de la vecina Filipinas -a la sazón colonia española- que viajó al entonces reino de Anam (Vietnam central) para vengar la persecución que sufrían allí los misioneros católicos. Aquellas tropas desembarcaron en el puerto de Danang (conocido entonces como Tourane en francés) y avanzaron, en condiciones muy duras por el fuerte calor y las enfermedades tropicales, hacia la entonces capital imperial de Hue, más alejada de la costa.

Homenaje francés

El camposanto fue construido casi 40 años después, en 1898, cuando Francia ya se había hecho con la colonia de Indochina y quiso agradecer la lucha de los soldados pioneros que abrieron el camino de la conquista.

"En los primeros días, militares españoles y franceses cayeron en la batalla de Danang, pero no fue hasta después de 1895, una vez terminadas las primeras revueltas contra los colonos franceses, cuando trasladaron los cadáveres al nuevo cementerio", explicó Nguyen Van Khoan, miembro de la Academia de Historia y Ciencias de Vietnam. Khoan, de 80 años y quien de joven ejerció varias veces de intérprete de Ho Chi Minh, relató en un delicado francés aprendido en la escuela cómo algunos lugareños siguen llevando obsequios a las tumbas abandonadas en fechas del Tet o Año Nuevo Lunar vietnamita.

"Les regalan flores e incienso porque piensan que todos los muertos necesitan ser cuidados, no les importa que sean de extranjeros ni que vinieran a hacer la guerra contra Vietnam, para los vietnamitas son sólo almas que flotan en el cielo", dijo.