Salvo que se produjera un indulto de último minuto, minutos después de la pasada medianoche (hora de EE UU), el preso Ronnie Lee Gardner iba a ser atado a una silla, le cubrirían la cabeza con una capucha y le colocarán un paño con una diana dibujada a la altura del corazón. Poco después sería fusilado por los disparos de cinco verdugos armados con rifles, en la primera ejecución provocada por un pelotón de fusilamiento en Estados Unidos en los últimos 14 años.

Gardner, de 49 años, condenado por matar a bocajarro al abogado Michael Burdell durante una fuga frustrada, en 1985, mientras se enfrentaba a un juicio por el asesinato de otro hombre, el barman Melvyn Otterstrom, será llevado a una cámara de ejecuciones especialmente diseñada en la prisión estatal de Draper, en el estado de Utah, donde cinco policías anónimos se colocarán frente a él en línea tras una falsa pared con ventanucos y apuntarán con rifles del calibre 30. Después, el reo podrá decir sus últimas palabras antes de que se ordene abrir fuego.

Una decisión personal

El estado de Utah es el único junto con el de Oklahoma que tiene contemplado este método de ejecución. De hecho, las dos veces anteriores en las que se usó el fusilamiento, tras el reestablecimiento de la pena de muerte en 1976, también tuvieron lugar en este estado conservador del medio oeste. Son los propios reos los que pueden decidir entre este método y el tradicional de la inyección letal, el que escoge la inmensa mayoría. Sin embargo, tras escuchar su condena el pasado mes de abril Gardner dijo: "Me gustaría un pelotón de fusilamiento, por favor".