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La situación de la canciller alemana, Angela Merkel, líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) es sorprendente. En menos de nueve meses ha pasado de ser la gobernante europea más firme en el cargo, tras ganar las generales del 27 de septiembre de 2009, con un austero 33,9% de los votos, eso sí, lo que le obliga a gobernar en coalición con los liberales del FDP (14,6% ), a perder el poder en el estado federado de Renania del Norte-Westfalia, el land más populoso de Alemania con 18 millones de habitantes, y caer en picado en las encuestas.

La derrota tiene, además, una lectura inquietante. Si los socialdemócratas (SPD) de Hannelore Kraft logran gobernar en minoría con Los Verdes -les falta un escaño-, podrían bloquear en el Bundesrat -cámara alta de representación de los 16 estados federados- las iniciativas del gobierno de Merkel. El SPD ya ha advertido que pretende frenar la anunciada bajada fiscal y una reforma del sistema de salud que consideran muy injusta.

Además, el gobierno de centroderecha de Berlín ha caído a mínimos de popularidad por sus constantes enfrentamientos entre sus tres socios: la CDU, la CSU (socialcristianos bávaros) y el FDP amén de los problemas derivados de la crisis del euro y los costes de los planes de rescate de Grecia. Las últimas encuestas son claras, el tripartito sólo conseguiría reunir el 37% de los votos si ahora se celebrasen comicios. Incluso, el 47% de la población vería con buenos ojos un adelanto electoral.

El SPD, no obstante, no despega después de la caída histórica al 23% en 2009. Los sondeos de la revista Stern y las cadenas de televisión RTL y ARD (pública) le dan entre el 26 y el 29%, con una recuperación de cinco puntos, mientras que Los Verdes -entre el 17 y el 18%- y los ex comunistas de La Izquierda (11%), son quienes más se benefician del descontento popular por la política de fuertes recortes sociales de la canciller. Incluso, entre los votantes conservadores no son pocos los que añoran una "gran coalición" con el SPD, que gobernó hasta septiembre de 2009. Esta opción la apoya el 34% de los alemanes, lo que dobla el 17% que prefiere continuar con el gobierno CDU-FDP y el 29% que quiere un Ejecutivo rojiverde.

Los escándalos de Westerwelle

Por si fuera poco, el vicecanciller y ministro de Relaciones Exteriores, el liberal Guido Westerwelle, se ha convertido en un lastre para Merkel. Sus escándalos por sus acompañantes en los viajes oficiales: su amante, Michael Mronz, que se ha visto beneficiado en sus negocios; el empresario Ralph Dommermuth, que donó 48.000 euros a los liberales en la campaña de 2005; o el socio empresarial de su hermano, Ralf Marohn, con quien viajó a Asia este mismo año, han hecho mella en una opinión pública muy concienciada contra todo atisbo de corrupción.

El último problema para Merkel viene derivado de su elección para sustituir al dimitido presidente federal, el democristiano Horst Köhler, por el primer ministro de Baja Sajonia, Christian Wulff, lo que ha abierto una nueva brecha con sus socios liberales. Si el teólogo independiente, Joachim Gauck, al que apoya toda la oposición, logra captar votos de la mayoría de gobierno, y gana la canciller podría dimitir.