El presidente de EE UU, Barack Obama, anunció ayer la dimisión del general Stanley McChrystal como comandante de las tropas de EE UU y la OTAN en Afganistán y su reemplazo por el general David Petraeus. "He aceptado la dimisión del general McChrystal. Lo hago con gran pena pero sé que es lo correcto para la misión de nuestras tropas, para Afganistán y para nuestro país", declaró el presidente estadounidense.

En una breve alocución en la Rosaleda de la Casa Blanca, Obama aseguró que el relevo representa "un cambio en el personal, pero no en la política" hacia Afganistán y Petraeus, hasta ahora al frente del Mando Central, "se asegurará" de que la estrategia aprobada en noviembre pasado se pone en práctica para combatir a la red Al Qaeda y los talibanes. McChrystal había sido convocado ayer a la Casa Blanca para que diera explicaciones sobre las críticas a altos cargos del Gobierno, incluido el propio Obama, incluidas en una entrevista concedida a la revista Rolling Stone.

Entre otras cosas, el general indicaba que en una de sus primeras reuniones con Obama encontró al presidente "poco implicado" en Afganistán. También calificaba al enviado especial estadounidense para Afganistán, Richard Holbrooke, como un "animal herido". Según explicó Obama en su alocución, de ocho minutos y en la que estuvo flanqueado por Petraeus y el jefe del Estado Mayor de EE UU, el almirante Mike Mullen, "me gusta que haya debates... pero no toleraré divisiones entre el equipo al cargo de la guerra".

Mientras el presidente hablaba, el general McChrystal emitía su propio comunicado en el que anunciaba su dimisión debido a su "deseo de ver que tiene éxito la misión" en Afganistán. "Apoyo firmemente la misión del presidente en Afganistán y estoy profundamente comprometido con nuestras fuerzas de la coalición, nuestros países socios y el pueblo afgano", señaló McChrystal.

Un recomendado de Gates

McChrystal había sido nombrado hace un año, recomendado por el secretario de Defensa, Robert Gates, como alguien que podría aportar "una nueva visión" para una guerra que, en su noveno año, cada vez se le complica más a Estados Unidos y a sus aliados.

Inicialmente su nombramiento fue acogido con entusiasmo. Su imagen, de persona espartana que apenas duerme cuatro horas, corre diez kilómetros diarios y sólo ingiere una comida al día, suponía una ruptura con el orden castrense "de siempre".

Llegó de Iraq, donde había estado al cargo de las operaciones especiales. Pero pese al entusiasta respaldo de Gates, las personalidades de McChrystal y Obama nunca llegaron a encajar. El general tiende a decir lo que piensa y al presidente le gusta que los debates se resuelvan en privado.

El pasado otoño, Obama ya reconvino al militar por pedir refuerzos en público, mientras la Casa Blanca mantenía un largo proceso para decidir cuál debía ser la estrategia a seguir en Afganistán. Finalmente, McChrystal, con el apoyo de Gates, prevaleció frente a la opinión de otros altos cargos, como el vicepresidente, Joe Biden, más partidarios de reducir el número de tropas y poner el énfasis en operaciones antiterroristas.

McChrystal dirigió en febrero la "operación Moshtarak" junto a las fuerzas afganas para tomar Marjah. Esa ofensiva estaba calculada para causar en Afganistán un efecto similar al de la oleada de 2008 en Iraq, y devolver la iniciativa a las fuerzas aliadas. Sin embargo, meses más tarde está poco claro que la ofensiva en Marjah haya conseguido ese objetivo.