El presidente de Bolivia, Evo Morales, admitió ayer por primera vez que los sindicatos de productores de coca que él dirige desvían parte de su producción al narcotráfico y aumentan sus cultivos de la hoja al margen de los acuerdos firmados. En la inauguración de un congreso de campesinos en la zona del Chapare, sede de los sindicatos que lo llevaron al poder, Morales regañó a sus bases porque, a su juicio, con su actitud pueden "desprestigiar" a su Gobierno.

"Compañeros: ustedes saben que una parte de nuestra coca desvían al problema ilegal. Si toda nuestra coca tuviera mercado legal, para qué vamos a estar hablando de un cato" (parcela controlada), dijo el mandatario, visiblemente molesto.