El alud de documentos sobre la guerra de Iraq recibidos de fuente anónima por Wikileaks y publicados luego por la organización fundada por Julian Assange pone por primera vez nombres a las víctimas de una guerra lanzada en marzo de 2003 por EE UU y el Reino Unido para deshacerse de Sadam Husein. Donde antes había sólo frías estadísticas, quienes buceen en los cerca de 400.000 documentos sobre la guerra filtrados a Wikileaks encontrarán ahora personas concretas, que ejercían una determinada profesión y murieron de tal o cual manera en este o aquel lugar.

Los "Iraq War Logs", denominación inglesa con la que pasarán sin duda a la historia, documentan la guerra y ocupación del país árabe desde el 1 de enero de 2004 hasta el 31 de diciembre de 2009. En ese período de cinco años, un total de 180.000 iraquíes, uno de cada cincuenta adultos varones, fueron además encarcelados, y los norteamericanos hicieron la vista gorda a las torturas e incluso asesinatos por las fuerzas de seguridad de ese país.

Pero las simples cifras son ya escalofriantes y dan cuenta de la magnitud de la masacre: 109.032 muertes, de ellas 66.081 civiles, 23.984 enemigos, calificados por el Pentágono de "insurgentes" 15.196 militares iraquíes y 3.771 de los países de la coalición invasora. Más de un 60% son víctimas civiles, lo que equivale a unos 31 civiles muertos cada día.

En un principio, los norteamericanos negaron que llevasen la cuenta de los muertos civiles, y el anterior presidente de EE UU, George W. Bush, aseguró en su día que EE UU haría todo lo posible por evitar ese tipo de muertes, algo que contradicen las cifras publicadas, que hablan además de 176.000 heridos.

EE UU conocía los maltratos

Los despachos presentados ayer revelan que se ordenó expresamente a los militares estadounidenses que no investigaran la violencia ejercida por unos iraquíes contra otros, a lo que estaban obligados como potencia ocupante y pese a que estaban muy al tanto del nivel de violencia sectaria: más de 32.500 asesinatos, más de 10.000 muertos de un disparo en la cabeza, casi 450 decapitados.

Los informes de Wikileaks, apoyados por evidencias médicas, describen a prisioneros con los ojos vendados, maniatados y recibiendo golpes, latigazos y descargas eléctricas. Al tratarse de documentados acumulados por el Ejército de Estados Unidos, estos hechos estarían, por tanto, todos en conocimiento del Pentágono.

La coalición de fuerzas internacionales en Iraq aparece como insensible a muchas de las revelaciones de abusos que le hacen sus soldados. El sello "No investigation is necessary" ("No es necesaria ninguna investigación") marca las denuncias de abusos mejor fundamentadas. Lo que también queda claro es que, aunque los soldados estadounidenses no perpetraran abusos, sí utilizaron la amenaza de abusos por parte de las fuerzas iraquíes para obtener información de los detenidos.

La filtración llegó tras una semana de especulaciones sobre el contenido y alcance real del material que se adelantó que Wikileaks revelaría. La ingente cantidad de documentos liberados deja ahora muy atrás el que hasta el momento suponía el gran hito de filtraciones de la organización, la publicación de 75.000 archivos secretos en julio sobre la guerra de Afganistán. Además, el fundador de esta web, Julian Assange, dijo que habrá otra filtración sobre Afganistán.

"Obama tiene la obligación". Con estas palabras, el relator especial de la ONU sobre la tortura, Manfred Nowak, instó ayer al presidente estadounidense a lanzar una investigación sobre los casos de tortura desvelados por la web Wikileaks.