La brasileña Dilma Rousseff será a partir del primer día de 2011 la duodécima mujer que llega al poder en América, una lista que, pese a haber crecido de forma considerable en los últimos años, sigue siendo exigua en comparación a la de hombres gobernantes.

Rousseff, una economista de 62 años, nunca se había presentado a un cargo de elección popular, pero destacó en los últimos años en los ministerios de Minas y Energía y de la Presidencia y ganó la segunda vuelta electoral de hoy, llevando como estandarte los logros de los ocho años de Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, quien la eligió como su sucesora y la apoyó a viento y marea durante la campaña.

En todo el mundo son una veintena las mujeres que tienen posiciones de primer nivel en sus países, desde las reinas Isabel II de Inglaterra, Beatriz de Holanda y Margarita II de Dinamarca hasta la canciller alemana, Angela Merkel, pasando por la primera ministra croata, Jadranka Kosor, y la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, entre otras.

En el continente americano, tres mujeres están al frente de los gobiernos de sus respectivos países actualmente, a las que se sumará Rousseff a partir del 1 de enero próximo. Se trata de las presidentas Cristina Fernández y Laura Chinchilla, de Argentina y Costa Rica respectivamente, y de la primera ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar.

Estas victorias electorales parecen reflejar un avance femenino en la política que obedece a "un cambio cultural que recién comienza", según declaró la ex gobernante chilena Michelle Bachelet.

Sin embargo, Bachelet, que dejó este año su cargo con un 84 por ciento de popularidad y fue elegida en una encuesta de septiembre pasado como la mejor gobernante en la historia de su país, dijo recientemente que la presencia femenina en los más altos cargos del poder es "toda una excepción".

En América, contando a Rousseff, solo 12 mujeres han logrado llegar a la cúspide del Gobierno.

Argentina es el único país de América que ha tenido a más de una mujer al mando del país. En 1974, María Estela Martínez, "Isabelita", asumió la presidencia en 1974, tras enviudar del tres veces mandatario Juan Domingo Perón.

No fue elegida presidenta en las urnas, pero sí vicepresidenta, pues fue compañera de fórmula de su esposo en las elecciones de 1973 y la Constitución establecía que, como tal, le debía suceder.

Fue derrocada por el golpe de Estado de marzo de 1976, lo mismo que le ocurrió a la segunda gobernante americana, la boliviana Lidia Gueiler, quien accedió a la jefatura de Estado desde la presidencia de la Cámara de Diputados en 1979 y solo ocho meses después fue víctima de un golpe de Estado y obligada al exilio.

La nicaragüense Violeta Chamorro llegó a la jefatura de Estado en 1990 tras derrotar contra todo pronóstico en las urnas, con un 54,7% de los votos, al sandinista Daniel Ortega, actual presidente de Nicaragua.