Amparo Tortosa

consultora internacional

Será cuestión de tiempo, viendo cómo y hacia dónde evolucionan los acontecimientos, para que podamos acabar de determinar si estas revueltas no son exclusivamente del mundo musulmán y tal vez estemos ante una crisis sistémica, más conectada con los efectos perversos de la globalización. Una globalización que nos trajo avances y ventajas, pero que gestionada de forma abusiva también apoyó regímenes para mantener intereses económicos y estratégicos, y también ha generado una perentoria necesidad de exigir unas mejoras de vida (en el plano económico, y en lo político más acentuado allá donde no se tienen libertades).

La pobreza y las carestías podrían estar sustituyendo al terrorismo yihadista de entre las principales amenazas a las que se enfrenta el mundo "globalizado", pues afectan cada vez a más masa de población y tienen un mayor poder de convulsión. Y cuando se habla de esto hay que trasladarlo incluso a España, donde ya hay muchas familias y jóvenes pasándolo mal, sin movilidad social, sin poder diseñarse el futuro que habían pensado, ahondando así sus frustraciones, y que han perdido su ya de por sí escasa capacidad adquisitiva y todo aquello a lo que estaban acostumbrados, que se creía asegurado, ¿qué les queda más que la protesta?.

En España se han batido tasas históricas de paro en enero, al igual que en enero los indicadores económicos de estos otros países se han visto sobrepasados, y en España podrían darse más situaciones extremas como los ERE y la desaparición de modelos "asegurados" hasta la fecha. Por mucho que se recorte de muchos sitios, si no se fomenta la competitividad, la lucha contra la corrupción y el fraude (que empobrecen, y esto nadie lo ha querido asumir, dejando pasar la corrupción como algo "natural" y sin remedio), España no crecerá y quedará relegada a menos de la potencia media que está siendo ahora, sobrepasada por las economías emergentes.

La pérdida de empleo en España podría incluso alargarse, porque tras el boom universitario la cada vez más baja tasa de natalidad amenaza con invertir el mercado laboral educativo a largo plazo. La globalización se ha convertido en un arma de doble filo, porque por un lado sus abusos han lastrado las economías y destruído clase media, pero por otro ha permitido que millones de jóvenes y no tan jóvenes en los países menos desarrollados, hayan conocido sistemas más libres que bajo en el que viven oprimidos, gracias a las nuevas tecnologías, al turismo y a esas mismas inversiones extranjeras que han penetrado en sus países.

Las noticias que empiezan a aflorar, como cuando hace unos días en Bolivia al alza de precios de los alimentos y de los carburantes le sobrevenía una huelga paralizando el país, en China empiezan a organizarse manifestaciones de solidaridad con las revueltas árabes, en Senegal un exsoldado se quema a la bonzo exigiendo mejoras de vida, la convocatoria del 30 de marzo en España, no son tan distantes de lo que está ocurriendo ahora mismo en el mundo musulmán, tienen sus conexiones: como que todo se dispara tras el alza de los precios de los alimentos, con el desempleo masivo, con la incapacidad de absorción de una amplia masa laboral, la falta de competitividad y de renovación de muchas economías.

Tampoco deberíamos dejar de considerar los cambios climáticos como un factor más que interviene en el alza de precios y en la lucha por los recursos, en su proporción, al nivel de afectación que padece la economía global. Esto está teniendo un impacto revolucionario masivo en países que han vivido bajo regímenes autoritarios y represivos, precisamente porque para salvaguardar esos regímenes no impulsaron las necesarias reformas económicas ante la crisis.

Apuesta por la democracia

Por eso está cobrando diferentes intensidades, formas y demandas en países democráticos occidentales que sí están acometiendo reformas, y no desde ahora, pasó con los disturbios de Grecia, con las manifestaciones de estudiantes en Gran Bretaña, las va a haber en España, y ya ha habido dos grandes manifestaciones de trabajadores en EE UU. Aunque estas reivindicaciones son por el momento sectoriales, y no tan generalistas como las que están tomando el mundo musulmán.

No solo en los países musulmanes hay situaciones "insostenibles" que podrían acabar estallando, hay vasos comunicantes a nivel mundial.Por otro lado, el diferencial con estos países musulmanes es que están en procesos de cierre total con las estructuras remanentes de una descolonización incompleta, que la globalización no saldó. Sus gentes quieren una autogestión y están preparadas para ello, no hay que tenerles miedo porque se están reivindicando de forma cívica y moderada y no tienen nada contra occidente, sus aspiraciones son las mismas que las de los jóvenes de aquí, excepto la de un sistema democrático que no tienen a diferencia nuestra.

Si lo consiguen nuestras fronteras y el mundo serán más estables, la democracia es garantía de estabilidad, mayor que la opción represora, que es caldo de cultivo de todos los males: del terrorismo, de la criminalidad, de la corrupción (que es la que empobrece y frustra la movilidad social), etc. Todo esto ha pervivido contenido hasta que se ha hecho insostenible, y estas revueltas nos han demostrado que esa fórmula hoy ya no funciona para contener esos males. Por eso ya no hay marcha atrás y deberíamos tener más claro que nunca que llegados este punto hay que hacer una fuerte apuesta por la democratización del mundo.

Hay detalles que, por más simbólicos que sean, a veces pueden guardar coincidencias que no son tan fruto del azar, como véase esta noticia: "El viento tumba un símbolo estadounidense. El árbol de Navidad de la Casa Blanca no ha resistido la fuerza del temporal que azota Washington estos días". Y es que estamos caminando hacia un mundo multipolar, y EE UU podría ver amenazada su hegemonía si no toma la delantera en saber gestionar todo esto.

Al menos, tendrá ya que verse en un plano de menor superioridad y por ende en mayor igualdad en las relaciones internacionales. Que EE UU esté sudando la gota gorda por controlar su economía interna y el desempleo, a la par que las revueltas mundiales, no me parece tan desconectado entre sí. ¿Y Europa?..., lascia perdere É, se seguirá destacando solo en la ayuda asistencial