La secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Christiana Figueres, ha recordado este martes a Canadá que, tras retirarse del Protocolo de Kioto, todavía tendrá la "obligación legal" de recortar sus emisiones, así como una "obligación moral".

"Lamento que Canadá haya anunciado que se retirará y estoy sorprendida por el momento", ha dicho Figueres en un comunicado. El fin de semana pasado, en la ciudad sudafricana de Durban, se acordó una prórroga del Protocolo de Kioto, que representa el "compromiso de los países desarrollados para cumplir con una reducción de emisiones legalmente vinculante".

Según la responsable de cambio climático de la ONU, el acuerdo de Durban suponía unos "cimientos esenciales de confianza" para firmar "en un futuro cercano" otro nuevo acuerdo sobre esta materia.

"Sea o no Canadá parte del Protocolo de Kioto, tiene una obligación legal bajo la Convención (sobre el Cambio Climático) para reducir sus emisiones, y una obligación moral para sí mismo y las futuras generaciones", ha advertido Figueres.

La representante de la ONU ha asegurado que la retirada de Canadá deja a este país norteamericano "en una posición más débil" para exigir a otros países que recorten las emisiones de gases contaminantes. En un llamamiento generalizado, Figueres ha pedido a todos los Estados que "cumplan sus responsabilidades" para fomentar las energías limpias y combatir el cambio climático "que ya estamos experimentando".

El ministro de Medio Ambiente del país norteamericano, Peter Kent, admitió el lunes que su Gobierno no quiere pagar, en plena crisis económica, 14 millones de dólares canadienses (10,3 millones de euros) en multas por incumplir sus compromisos de reducción de emisiones.

El Protocolo de Kioto, firmado por el "incompetente Gobierno liberal", como calificó Kent a la anterior administración, obliga a Canadá a reducir para 2012 en un 6 por ciento sus emisiones de dióxido de carbono, tomando como referencia los datos de 1990. Sin embargo, en 2009, las emisiones habían crecido un 17 por ciento sobre los datos de hace dos décadas.