El grupo punk ruso Pussy Riot, que comparece en juicio por cantar en el altar de la catedral de Cristo Salvador de Moscú contra el presidente ruso, Vladímir Putin, fue acusado hoy por un testigo de declarar la guerra a Dios y a la Iglesia.

"Ellas vinieron al templo para declarar la guerra a Dios y a la Iglesia Ortodoxa Rusa. ¿Y qué? No son los primeros, ni serán los últimos", aseguró Oleg Ugrik, testigo de la acusación, citado por las agencias rusas.

El testigo, quien reconoció que no estaba en la iglesia cuando tuvo lugar el incidente en febrero pasado, sino que se presentó voluntariamente a declarar ante la Fiscalía, comparó los sacos que cubrían los rostros de los integrantes del grupo con el mismo diablo.

"Son lobos con piel de cordero. Ellas mismas se han abierto las puertas del infierno. La idea del paraíso y el infierno es tan real como el metro de Moscú", dijo.

Además, Ugrik denunció que la actuación en la catedral era un acto políticamente motivado: "¿Para qué entonces protestar contra Putin en una iglesia?".

Con todo, el testigo se manifestó en contra de condenar a las tres acusadas a una pena de cárcel, ya que eso únicamente aumentaría su popularidad y la del vídeo que ya ha sido visitado por cientos de millones de personas en Youtube.

Los nueve testigos citados por la acusación, entre los que figuran tres guardias de seguridad y cuatro empleadas, aseguraron que la actuación de Pussy Riot les causó un profundo daño moral y espiritual, y se niegan a perdonar a las acusadas.

"No somos enemigos de la Cristiandad"

Mientras, las tres componentes del grupo aseguran que nunca intentaron insultar a nadie, en especial a los creyentes ortodoxos, que son mayoría en Rusia, pero se declaran inocentes del delito que se les imputa.

"Nuestros motivos fueron exclusivamente políticos. No somos enemigos de la Cristiandad. Queremos que los creyentes ortodoxos estén de nuestro lado, del lado de los activistas que se oponen al autoritarismo", dijo Nadezhda Tolokónnikova.

La líder del grupo, de 22 años, aseguró que su actuación en la principal catedral rusa era "sólo un desesperado deseo de cambiar para mejor la situación en Rusia".

Pussy Riot decidió escenificar su actuación en Cristo Salvador después de que el patriarca Kiril pidiera el voto para Putin en vísperas de las elecciones presidenciales de marzo.

"Yo pensaba que la Iglesia amaba a todos sus hijos, pero parece que la Iglesia ama sólo a aquellos niños que quieren a Putin", señaló María Aliójina, quien se encontró hoy mal durante el juicio, lo que obligó a llamar a los servicios de urgencia.

Las tres jóvenes están acusadas de gamberrismo, según el artículo 213 del Código Penal, por atentar contra los valores tradicionales de la Iglesia Ortodoxa Rusa, por lo que podrían ser condenadas a siete años de cárcel.

El pasado 21 de febrero las encapuchadas componentes de Pussy Riot penetraron en una zona restringida del altar, donde se desprendieron de varias de sus prendas y comenzaron a tocar la guitarra eléctrica, a cantar y a bailar en ropa interior.

"Madre de Dios, echa a Putin", decía la canción.

La Iglesia rusa reaccionó indignada ante la profanación del lugar sagrado y pidió un severo castigo contra las tres mujeres, mientras Amnistía Internacional (AI), que considera a las acusadas "presas de conciencia", y cantantes como Sting, Peter Gabriel o Red Hot Chili Peppers han pedido su liberación.