Una de las dos integrantes del grupo de punk ruso Pussy Riot encarceladas, Nadezhda Tolokonnikova, ha sido trasladada este martes a una celda de aislamiento después de haberse declarado en huelga de hambre como protesta contra el "trabajo esclavo" que se realiza en la prisión.

El director del comité público que supervisa Mordovia, la región remota en la que ha sido confinada Tolokonnikova, Gennadi Morozov, ha negado que este traslado sea parte de un castigo. Morozov ha descrito la celda de aislamiento como un "lugar seguro" donde estaría protegida de las amenazas de otros presos.

Morozov también ha informado de que las denuncias de la integrante de Pussy Riot sobre que había recibido amenazas de muerte por parte de reclusas y de un funcionario de la prisión, además de las deplorables condiciones de la cárcel, serán investigadas.

El director de la comisión ha asegurado que Tolokonnikova podría enfrentarse a un castigo disciplinario por difamación si la investigación concluyese que las acusaciones no son ciertas.

"Espaciosa celda"

Una portavoz del Servicio Penitenciario Federal ha asegurado que la integrante del grupo de punk ahora vive en una "espaciosa celda individual" con una cama, frigorífico, lavabo y objetos personales.

Sin embargo en una carta que ha hecho pública su marido, Tolokonnikova ha asegurado que las presas son obligadas a trabajar hasta 17 horas al día cosiendo uniformes de la Policía y que no se les permite dormir más de cuatro horas por día.

La reclusa también ha afirmado que los funcionarios de la prisión usan a los internos más antiguos para hacer cumplo el orden, describiendo el sistema como un castigo colectivo con cuotas de producción que recuerdan a los campos de trabajos forzados en los gulag de la era soviética.

Según la carta cuando Tolokonnikova instó a una investigación de las condiciones de la prisión el funcionario de la prisión le contestó que seguramente no se sentiría mal de nuevo "porque nunca se está mal en el otro mundo".

Un tribunal de Moscú condenó en agosto de 2012 a Tolokonnikova y a otras dos integrantes del grupo a dos años de cárcel por "vandalismo motivado por odio religioso", después de haber irrumpido en febrero de ese mismo año en la catedral ortodoxa de San Pablo de Moscú y celebrar una 'misa punk' en la que pedían a la Virgen María la dimisión del entonces primer ministro (y actual presidente desde mayo de 2012) Vladimir Putin.