Funcionarios de Inteligencia asignados para inspeccionar en primera instancia los correos electrónicos enviados desde un servidor privado de la exsecretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton han ordenado remitir 305 'mails' a otras agencias para una posterior revisión.

En concreto, en esta investigación preliminar, "de una muestra de aproximadamente el 20 por ciento de los correos electrónicos de Clinton", los funcionarios han "recomendado 305 documentos --aproximadamente el 5,1 por ciento-- para la remisión a sus organismos de consulta", según detalla un documento judicial presentado ante el juez del Tribunal de Distrito Rudolph Contreras.

Tal y como añade la cadena estadounidense CNN, aún no se ha determinado si alguno de los 305 mensajes de correo electrónico contienen material clasificado. De momento se trata de una inspección preliminar realizada por un personal propuesto por el Departamento de Estado para ayudar en el proceso.

Clinton ha asegurado en repetidas ocasiones que no envió ni recibió información clasificada en su cuenta personal de e-mail cuando ostentaba el cargo de secretaria de Estado. "No envié ni recibí nada que fuese clasificado en ese momento", dijo durante un acto de campaña en Iowa el pasado 26 de julio.

La candidatura de Clinton a la presidencia se ha visto empañada por el escándalo por el supuesto uso de su correo electrónico personal en lugar del oficial durante los cuatro años en los que ocupó el cargo, por lo que podría haber violado los requisitos federales establecidos en relación al modo en el que los funcionarios deben hacer uso de su correspondencia.

La existencia de esta cuenta de correo electrónico personal fue descubierta gracias a una investigación de un comité de la Cámara de Representantes, que buscaba información sobre el ataque contra el consulado estadounidense en Benghazi (Libia) a través de la correspondencia de Clinton y sus ayudantes sobre el suceso.

El pasado mes de mayo, el Departamento de Estado difundió 296 correos electrónicos, en los que Clinton muestra preocupación por su imagen tras el ataque a Benghazi, pero que no parecen demostrar que su gestión provocase un debilitamiento de la seguridad en el complejo diplomático.