Una pequeña refugiada llora amargamente en la frontera entre Serbia y Macedonia. Bajo la lluvia, la policía fronteriza de Macedonia, trata con gran dureza, a porrazos, a un grupo de sirios que intenta seguir su camino hasta el corazón de Europa. Se endurece el tránsito de los refugiados allí y también en Austria, que ha suspendido los trenes desde Hungría para tratar de frenar la avalancha.

Mientras tanto, las autoridads de Macedonia se plantea cerrar la frontera con Grecia ante la presión migratoria que registra el país, asegura el ministro macedonio de Exteriores, Nikola Poposki, en la revista política húngara "Figyelö".

"Es posible que nosotros también necesitemos alguna defensa física para disminuir el cruce ilegal de la frontera", indicó Poposki en una entrevista a ese semanario.

Reconoció que ello "será difícil realizarlo a corto plazo y tampoco significa una solución a largo plazo".

Hungría ha construido una valla con concertinas (cuchillas) de metro y medio de altura en su frontera con Serbia y está acelerando las obras de otra de mayor envergadura, de cuatro metros de altura.

Según Poposki, Macedonia no está en condiciones de cumplir con todas las exigencias de la Unión Europea (UE) en cuanto a la protección de su frontera, ya que se trata de un país de apenas dos millones de habitantes.

Actualmente entre 3.000 y 4.000 refugiados entran diariamente en Macedonia desde Grecia, recordó el ministro, quien especificó que hubo momentos "en los que en 48 horas llegaron 12.000 personas desde las islas griegas".

El ministro criticó la respuesta europea a la crisis migratoria y aseguró que "no existe una respuesta conjunta europea, no hay solución europea para resolver este asunto".

Macedonia se sitúa en la llamada "ruta de los Balcanes", por donde pasan los refugiados de Oriente Medio desde Turquía hacia la frontera húngara para entrar en la zona Schengen, de libre circulación comunitaria.