El egipcio Seif Eldin Mustafa mantuvo ayer en vilo al mundo entero durante unas horas al secuestrar un avión de EgyptAir y desviarlo a Chipre. Aunque al principio se temió que fuera un atentado terrorista, todo resultó ser una historia de amor. Y a pesar de que el secuestrador amenazó con detonar un cinturón de explosivos, aceptó a hacerse un selfie con uno de los pasajeros.

El pasajero, Ben Innes, es un joven de Leeds de 26 años que no dudó en acercarse al secuestrador del avión de EgyptAir y sacarse una foto con él para, según el propio Ben, "echar un vistazo de cerca al cinturón de explosivos" y descubrir si era verdadero o falso. "Pensé que si la bomba era real, en cualquier caso no tendría nada que perder"

En declaraciones publicadas hoy por el tabloide "The Sun", Ben Innes, explicó que al sacarse la foto con el secuestrador simplemente trataba de "mantener el ánimo frente a la adversidad".

La imagen ya ha dado la vuelta al mundo. En ella aparece Seif Edin Mustafa junto a un sonriente Ben Innes. "Le pregunté si podía hacerme una foto con él, éste simplemente se encogió y aceptó. Así que sonreí para que una de las azafatas nos hiciera una foto", relata Innes.

Benn Innes también ha confesado que envió un mensaje de texto a su madre para advertirle del secuestro, y ésta le recomendó que no hiciera nada que desviara la atención hacia él.

El secuestro en Chipre de un avión de EgyptAir hizo este martes revivir la angustia vivida la semana pasada en el aeropuerto belga de Zaventem, aunque afortunadamente en esta ocasión todo se resolvió sin derramamiento de sangre y sin indicios de que fuera un acto terrorista sino la obra de un perturbado.

Tan solo veinte minutos después de despegar de Alejandría rumbo a El Cairo, Seif Eldin Mustafa, un egipcio separado de una chipriota, obligó al comandante, Omar Yamal, a desviar el Airbus A320 con 55 pasajeros a bordo y 7 tripulantes, hacia el aeropuerto de Lárnaca en Chipre.

Dos horas después de aterrizar en una pista aislada del aeropuerto, el secuestrador dejó salir a todos los pasajeros, lo que despertó las primeras esperanzas de que podía tratarse de un acto con un trasfondo personal y no político.