El primer ministro británico David Cameron se alejaba de las cámaras rumbo a su casa del número 10 de Downing Street tarareando alegremente una canción, con la que parecía dar por concluido su protagonismo político.

Cameron daba un corto discurso anunciando a Theresa May como su sucesora y acto seguido se despedía de las cámaras vivaz y cantarín, incluso podría decirse que con cierta sensación de alivio.