En el año 2011 Donald Trump acudió a la cena de corresponsales de la Casa Blanca y Obama se mofó de él como venganza por el rumor difundido por el empresario sobre el lugar de nacimiento del presidente. Ese día, el empresario decidió presentarse a las elecciones. Hoy seguro que es él quien se ríe.

Trump ha ganado las elecciones contra los pronósticos de muchos y cumpliendo las previsiones de otros tantos. La victoria no sorprende a quienes han seguido la campaña y conocen la realidad más profunda de Estados Unidos. La clase media blanca le ha apoyado, también un alto porcentaje de menores de cuarenta años, afroamericanos, mujeres y un no menos significativo colectivo latino, entre el que destaca el poderoso lobby cubano que jamás vota demócrata, y menos a una candidata que continuaría la política de "todo por nada" aplicada por Obama al régimen castrista. Trump ha vencido con la mayor parte de los medios de comunicación en contra. Los diarios más destacados de un país donde no existe propiamente una prensa nacional, exceptuando diarios como USA Today, han pedido abiertamente el voto para Hillary. No ha servido de mucho.

Al final Donald ha triunfado con un discurso agresivo, políticamente incorrecto, pero para nada antisistema. Todo lo contrario, Trump es un producto genuino del sistema social americano, su perfecto reflejo. Han sido las capas medias de esa sociedad las que le han aupado a la Casa Blanca. Alguien muy querido y respetado para quien escribe estas líneas decía en la tarde del martes que Trump ganaría y que no pasaría nada, es más, esa persona añadía: "puede llegar a ser un gran presidente, como lo fue Ronald Reagan". Quedan cuatro años por delante para valorar su trabajo. También queda claro que el pueblo americano afianza su republicanismo y rechaza perpetuar dinastías en el poder.

Los americanos quieren soluciones y han creído encontrarlas en la verborrea demagógica del presidente electo. El déficit público ha crecido un 80 por cierto en ocho años y el número de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza ha aumentado. La Universidad es prohibitiva para las familias medias y las desigualdades han proliferado hasta el punto de que los ricos son cada vez más ricos. Sin ir más lejos, los Clinton ingresaron 30 millones de dólares en dos años por impartir conferencias.

Queda por ver si ese muro con México que ha prometido Trump se hará realidad y si realmente la administración bajará los impuestos a las ahogadas familias americanas. No hay ninguna ley que obligue a cumplir las promesas electorales. Después de todo, Obama no cerró la prisión de la base de Guantánamo y despide su mandato con uno de los índices de popularidad más altos de la historia. Cuatro años dan para mucho.