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Centenario de la entrada de EE UU en la IGM

«Voilà les Américains!»

Saint-Nazaire, el gran puerto del Estuario del Loira, revive este verano el centenario del desembarco de EE UU en la I Guerra Mundial

Banda militar de EE UU desfilando por Saint-Nazaire en abril de 1918 Saint-Nazaire Aglomeration Tourisme-Écomusée

Martes 26 de junio de 1917. 8.30 horas de la mañana. El primer contingente de las Fuerzas Expedicionarias Americanas desembarca en el muelle sur del puerto francés de Saint-Nazaire a bordo del paquebote «Tenadores». ¡EE UU ha entrado en la Gran Guerra! Serían los primeros soldados de un total de más de dos millones de hombres que acabarían desatascando dos años de sangrienta contienda de trincheras en favor de la Triple Entente de Francia, Gran Bretaña y el Imperio ruso .

Saint-Nazaire, en la desembocadura del Loira, fue el lugar elegido por el «Tío Sam» para estrenarse como potencia decisiva en el tablero internacional. Era el puerto francés más cercano a Nueva York y su estación de ferrocarril permitía un acceso más directo al centro de Francia. Aún así, Washington mantuvo en secreto hasta el final dónde iba a poner píe en Europa y estuvo despistando al espionaje del Káiser con otras alternativas más al norte, como Brest, en el Finisterre galo.

El sigilo fue tan extremo que los primeros sorprendidos fueron los 35.000 vecinos con que contaba entonces Saint-Nazaire, que no dejaban de exclamar «Voilà les Américains!» al ver llegar los barcos cargados de tropas desde el otro lado del charco. En 18 meses desembarcaron vía Saint-Nazaire más de 198.000 soldados estadounidenses y dos millones de toneladas de material bélico. Trenes, camiones, carros de combate, municiones a una media de 4 toneladas diarias.

Para gestionar este puente naval entre dos continentes las Fuerza Expedicionarias Americanas construyeron allí la primera gran base logística de su historia fuera de EE UU y la principal que levantaron en suelo francés, con un total de 30.00o hombres, casi tantos vecinos como la villa que los alojaba. Cien años después queda como testigo de aquella época el lago de Bois-Joalland, un gran estanque artificial que los ingenieros americanos construyeron para abastecer de agua potable a los diferentes campamentos que levantaron, entre ellos uno segregado para los soldados negros.

Legado de los «sammies»

Más allá del hecho militar, esta primera convivencia con los «sammies», así llaman los franceses a los hijos del «Tío Sam», fue también el primer gran desembarco de la cultura americana en Europa. De hecho, tanto Saint-Nazaire como Nantes, el otro gran puerto del Estuario del Loira, están considerados desde entonces como la gran puerta de entrada del jazz en el viejo continente.

También desde las pistas de tierra de los campamentos americanos de Saint-Nazaire los soldados negros comenzaron a hacer popular el baloncesto en Europa, de hecho la primera liga del deporte de la canasta que arranca en el continente lo hace en Francia en 1921, dos años después de la firma del Tratado de Versalles.

Saint-Nazaire ha programado un «Año americano» para conmemorar un desembarco que aceleró el final de una sangrienta guerra que además de cambiar el mapa de Europa dejó más de 16 millones de muertos, 7 de ellos de población civil.

Un sinfín de conciertos, actividades, conferencias, rutas guiadas y exposiciones, como una muestra al aire libre con 90 fotos a gran tamaño del paso de las tropas americanas por la ciudad, convertirán a Saint-Nazaire este verano en un destino fijo para los amantes del turismo histórico.

Cuna de trasatlánticos

Los astilleros de Saint-Nazaire también son la cuna de los grandes transatlánticos de la historia. Así lo recuerda el museo Esca'l Atlantic. Más que un museo, es una experiencia que sumerge al público en el interior de un gran trasatlántico imaginario en el que se pueden ver más de 200 piezas originales de los míticos «ocean liners» construidos en los astilleros de Saint-Nazaire como el Normandie o el France.

Los «Chantiers Navals» de Saint Nazaire, con sus 7.000 trabajadores, son la patria de los trasatlánticos más grandes del mundo. En su dique se ha forjado el Queen Mary II, que con motivo del centenario del desembarco americano ha vuelto a su casa por primera vez desde su botadura en 2003.

Hoy domingo partirá en una carrera contra trimaranes llamada «The Bridge», que unirá los puentes de Saint-Nazaire y el de Verrazano en Nueva York. El viaducto que cruza el Estuario del Loira, desde que se construyó en 1975, es uno de los puentes colgantes más grandes de Europa (3,5 km) con su arco de 61 metros de altura para que pasen por debajo los cruceros gigantes que se construyen en Saint-Nazaire.

Ahora mismo, en los astilleros de la ciudad, que también son visitables, se está terminando el MSC Meraviglia, que con sus 167.600 toneladas y camarotes para 5.700 pasajeros está destinado a ser el crucero más grande que surque el Mediterráneo.

Saint-Nazaire es también una ciudad de cómic y de cine. De su puerto es donde parten Tintín y el capitán Haddock en busca del profesor Tornasol en «Las siete bolas de cristal», como así lo recuerdan grandes carteles de las viñetas de Hergé repartidos por la ciudad. Por otro lado, una de sus 20 playas, muchas de ellas un paraíso para los surfistas, fue el escenario que Jacques Tati eligió para rodar su celebre película «Las vacaciones del señor Hulot» (1950). Es la playa de Saint-Marc-sur-mer, donde aún está en pie el hotel de este clásico del cine europeo.

A tres horas de

València

Saint-Nazaire está a menos de tres horas de València. La compañía aérea Volotea, que está entre las cuatro Low cost más puntuales del mundo, tiene durante todo el verano (hasta la primera semana de septiembre) tres vuelos directos València-Nantes semanales en ambos sentidos los lunes, miércoles y viernes. Luego pasan a dos conexiones semanales (lunes y viernes) entre las que se pueden conseguir billetes a 29 euros. El vuelo València-Nantes dura aproximadamente hora y media, y el aeropuerto nantés está a 60 km de Saint-Nazaire. Ambas ciudades están unidas por tren en una hora.

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