«¿La decisión de hoy significa que me dejarán un año más para regularizar mi situación o tendré que irme?». Esta es tan solo una de las múltiples dudas que asaltan desde hace meses a los residentes de la Unión Europea que viven en el Reino Unido, pero acentuadas desde ayer, día en que Theresa May, primera ministra del país que se está divorciando de la UE, puso en negro sobre blanco los términos de parte de ese contrato de rescisión.

Jorge Carmona, Tamara Vela, Daniel Silva, Natalia Alaminos, Paz Muñoz o Ángela Pérez son algunos de los valencianos que ayer se apresuraban a conocer los detalles de las condiciones impuestas por May. Si bien la primera ministra ha querido dejar claro que ningún europeo ya residente deberá abandonar el país, lo cierto es que sí necesitarán una documentación especial; un trámite burocrático que despierta la inseguridad de los afectados.

«Se diga lo que se diga en el Parlamento, conseguir papeles es difícil y nadie sabe cómo funciona el proceso», explica a Levante-EMV Daniel Silva, un joven que lleva diez años viviendo en Sheffield. «Yo no busco un cambio de trabajo entre otras cosas por el riesgo de estar desempleado un solo día en el país del Brexit», añade. La incerteza es máxima.

«Va a ser largo»

Para Tamara Vela, que lleva cuatro años viviendo en King´s Lynn, en el condado de Norfolk, dejar el Reino Unido es impensable. «Mi pareja es inglesa; mi hijo, de 14 meses, es inglés. Nació aquí», expone. Es veterinaria y, como Natalia Alaminos, periodista, o Jorge Carmona, camarero, sostiene que el trabajo de los inmigrantes aporta mucho a la economía británica. «Pago más de mil libras al mes en impuestos. Dudo que al gobierno le convenga perder todos esos ingresos. Al igual que tampoco quiere problemas para los británicos que están en el extranjero», reflexiona Vela.

«Trabajo hay de sobra, de verdad. No tiene sentido limitar la inmigración. Vamos a luchar por quedarnos porque hemos creado familias en este país y no queremos decirles adiós», defiende Carmona, supervisor en una sucursal de una conocida cadena de cafeterías en la que entró en 2015 cuando llegó con su limitado inglés. «Soy uno más, contribuyendo de forma legal a todo. Si nos vamos, el sector servicios no saldría adelante», añade Carmona.

«Si lo ponen muy difícil para los que ya vivimos aquí esta ciudad se pararía». Natalia vive en Londres desde hace tres años. «No solo estamos trabajando, consumimos todos los días», recuerda. En su opinión, «poner restricciones fuertes a los ciudadanos europeos sería incluso contraproducente para los británicos».

En todo caso, se muestra convencida de que «va a ser un proceso muy largo» y considera que la posición de Theresa May «no es muy estable». No obstante, amigos suyos que llevan cinco años en Reino Unido (el tiempo mínimo para solicitar la residencia permanente) «ya están empezando a hacer los papeles». Por lo que pueda pasar.

Paz Muñoz, vecina de Albal, lleva poco más de cuatro años viviendo también en Londres, donde estudió un postgrado. Lamenta «tener que pasar por ese proceso burocrático» después del tiempo que lleva allí con toda la documentación en regla. Como ella, hay cerca de 4.500 valencianos registrados en todo el Reino Unido, una cifra que dista mucho de ser la real, pues la mayoría no pasa por ese trámite. Ahora, si quieren quedarse, no tendrán más opción. Y a esperar a cumplir los requisitos.