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Entrevista

Masashi Mizukami: "Corea del Norte amenaza al mundo entero"

"Queremos un brexit ordenado, transparente y nada radical", asegura

Masashi Mizukami: "Corea del Norte amenaza al mundo entero"

«No podemos permitir que Corea del Norte, miembro de las Naciones Unidas, vaya por libre sin respetar las reglas y las obligaciones de la comunidad internacional», afirma rotundo Masashi Mizukami (Tokio, 1955), embajador en Madrid del país más longevo del mundo, volcado en preparar para el próximo año el 150 aniversario del inicio de las relaciones diplomáticas entre la Tierra del Sol Naciente y España, pero sintiendo muy cercanas las provocaciones de Kim Jong-un con sus ensayos nucleares que «no solo son una amenaza para nuestra región sino para el mundo entero, incluida España, como es natural».

El embajador nipón recibe a Epipress en la legación de la calle Serrano de Madrid, acompañado de dos asesores que siguen con celo guardián el desarrollo de la entrevista, cuyas preguntas han sido previamente analizadas, y algunas de ellas eludidas, tras amables pero duras negociaciones. El diplomático no quiere pillarse los dedos.

Hoy la gran preocupación de los japoneses es el desafío nuclear de Corea del Norte, el país más hermético del mundo, enclavado en la península de Corea que perteneció a Japón hasta 1945 cuando fue ocupada la zona norte, con capital en Pyongyang, por la Unión Soviética y la parte sur, con capital en Seúl, por Estados Unidos. Por eso Mizukami insta a Estados Unidos y a Rusia a presionar a Pyongyang para que ponga fin a la brutal e inquietante escalada de ensayos armamentísticos que suponen «una amenaza seria, grave y sin precedentes» para su milenario país, en el que residen más de 127 millones de habitantes sobre una superficie de 337.915 km2, muy poco más que Alemania.

Los japoneses están aterrorizados ante la posibilidad de que uno de los cohetes norcoreanos caiga en su territorio. El misil lanzado el pasado 29 de agosto sobrevoló el país asiático, para hundirse posteriormente en el Pacífico Norte, a 1.200 kilómetros de la costa, «pero un error de cálculo puede ser fatal» para nuestros ciudadanos, advierte el embajador ante la amenaza del régimen de Pyongyang de atacar la isla de Guam, una excolonia española, en medio del Pacífico occidental perteneciente hoy a Estados Unidos.

«Aunque no podemos saber lo que pasa por la mente de Kim Jong-un, Japón tiene claro que seguirá colaborando con países como Estados Unidos y Corea del Sur para asegurar la paz y la seguridad de nuestra nación», afirma. Entre sus agradecimientos está el que dedica al Gobierno de Mariano Rajoy por su contundencia al condenar la provocación de Kim Jong-un así como por su apercibimiento al embajador norcoerano en España y por la reducción del número de diplomáticos del país asiático en Madrid [la entrevista tuvo lugar antes de que España decidiera el lunes expulsar al embajador norcoreano].

La alianza militar entre Japón y Estados Unidos explica la resistencia del embajador nipón a enjuiciar la política proteccionista de Donald Trump que amenaza el crecimiento de la economía global pero se vuelca en cambio al elogiar el acuerdo de su gobierno con la Unión Europa para promover el libre comercio.

Una Europa fuerte

«Queremos una Europa fuerte y estable», asegura el representante en Madrid de la tercera economía mundial que confía en que las negociaciones del brexit se lleven a cabo en un proceso «ordenado, transparente y nada radical» para evitar daños a los inversores nipones en el Reino Unido. «Esperamos que Europa y el Reino Unido se mantengan fuertes y estables porque compartimos valores como el respeto a los derechos humanos y la democracia», subraya el diplomático al tiempo que anima a los europeos a forjar una alianza con su país para liderar «una sociedad internacional fuerte» capaz de hacer frente a los retos futuros tras la larga crisis económica aún no resuelta.

Con un crecimiento del cuatro por ciento interaunual en el segundo trimestre de este año, la economía japonesa, estancada durante dos décadas, comienza a recuperarse con la vista puesta en reducir la desigualdad existente entre pobres y ricos. «Tenemos que construir una sociedad en la que puedan trabajar hombres y mujeres de todas las edades para no depender de la mano de obra extranjera», explica el embajador del país más envejecido del planeta que registra además uno de los índices de natalidad más bajos.

Enamorado de España, Masashi Mizukami espera poder celebrar el próximo año el 150 aniversario de unas relaciones diplomáticas entre los dos países que comenzaron a conocerse a finales del siglo XVI y se reforzaron hace 400 años con la llegada de la Embajada Keicho, una misión diplomática organizada por Japón para ponerse en contacto con el imperio de Felipe II. Encabezada por el samurái Hasekura Tsnenaga, la delegación enfiló el Pacífico para llegar al Virreinato de Nueva España, recorrió el Caribe y el Atlántico y entró por el Guadalquivir hasta Coria del Río para proseguir la ruta terrestre. Felipe II se negó a recibirlos por la persecución a la que sometían a los cristianos desembarcados décadas antes en tierras niponas. De su paso por Coria del Río dejaron la huella del apellido Japón, muy corriente en este pueblo sevillano y alrededores.

«Los japoneses sienten a España muy cerca», asegura el diplomático, convencido de que su país puede aprender mucho de España para potenciar un turismo que ha pasado de 10 millones de personas en 2013 a 20 millones en 2016 y espera cerrar 2020, cuando celebrarán los juegos olímpicos y paralímpicos, con 40 millones de visitantes. Uno de sus objetivos es animar a los empresarios nipones a aliarse con empresas españolas para invertir en Hispanoamérica y África. «Nosotros podemos facilitarles su entrada en los países asiáticos», propone entusiasta en su despacho de Madrid donde disfruta de la cultura, la gastronomía y, sobre todo, «de la manera de vivir» de los españoles a los que envía toda su solidaridad tras los recientes atentados de Barcelona y Cambrils.

«A nosotros no nos afecta de momento el terrorismo yihadista quizá porque reconocerlos por la calle en mi país sería relativamente fácil, pero, en fin, estamos totalmente en contra del terrorismo y queremos que España siga siendo para nosotros un lugar de fiesta, cálido y de gente que lleva siempre una sonrisa en la cara», concluye el embajador precavido.

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