Una niña británica de cinco años, Ellie-May Clark, acudió en 2015 a una cita de urgencia después de que sus problemas de asma le impidieran caminar al colegio. La niña llegó al centro médico, acompañada de su madre, diez minutos después de lo previsto, motivo por el cual su pediatra se negó a atenderla y la citó para el día siguiente.

Unas horas después Ellie sufrió un fuerte ataque de asma y fue trasladada en ambulancia al hospital Royal Gwent (Newport, Gales), pero falleció en el trayecto.

Ahora, algo más de tres años después del trágico suceso, la jueza Wendy James ha determinado que se podría haber evitado si la médico responsable, Joanna Rowe, hubiera atendido a la pequeña.

Según el veredicto que recoge el Daily Mail "se perdió la oportunidad de proporcionarle un tratamiento potencialmente salvavidas" ya que Rowe ni siquiera prestó atención a los registros médicos que apuntaban a que la pequeña ya había estado ingresada por asma y existía el riesgo de que sufriera un nuevo ataque.

El abogado de la familia ha asegurado que se trata de un ejemplo de "negligencia obvia" aunque aceptan las disculpas de la doctora Rowe. Esta ha reconocido que "no es aceptable" mandar a la familia a casa sin mirar antes los registros médicos y ha sido expedientada por lo ocurrido.