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Trenet a Vallejo

La moral, según Javier Tebas

En Orriols, los recuerdos más hermosos de la grada están imputados y en fase de instrucción

El fútbol es un escenario maravilloso para escribir fábulas de héroes y villanos. Un penalty parado o una expulsión equivocada pueden regalarte la gloria o condenarte a perpetuidad. Es un territorio abonado a la histeria. El asunto, además, adquiere nuevas perspectivas literarias cuando el personaje en cuestión, llámenle Mourinho, llámenle Joan Gaspar, disfruta provocando debates interminables.

La aparición de Javier Tebas en los últimos años ha causado un efecto similar. En estos tiempos de aburrido bipartidismo y directivos programados para la corrección política, al menos hay que reconocerle su talento para generar polémicas. A Tebas se le achacan oscuros intereses y decisiones arbitrarias y, en realidad, con él al frente de la Liga el fútbol sigue siendo un lugar azaroso. Que se lo digan al Levante UD y a Iván Ramis. Un día te saltas un semáforo y el comité de competición lo convierte en intento de asesinato.

En el debe del imprevisible Tebas hay que apuntar alguna lacra. Bajo su mandato se ha cronificado el desastre de los horarios. Planificar un desplazamiento a largo plazo es hoy una quimera. Lo mismo puedes jugar un viernes que un lunes; un sábado noche que un domingo por la mañana. La Liga parece decididamente abocada al estadio virtual. El hincha es un secundario de una frase, pero lo peor es que la industria ni siquiera se preocupa por disimularlo. El fútbol español se ha convertido en un producto gourmet para su exportación, jogo bonito en cantidades industriales para el mundo. La Premier, por poner el ejemplo de moda, vende en cambio la seducción de su cultura: compras un United-Arsenal por los goles asegurados pero también por la mística de Old Trafford.

A este problema estructural „gracias, Javier„ se suma su gusto por las ocurrencias, tan asimilables, por otro lado, a las elites dirigentes. Ocurre con los huéspedes de un ego desmedido, que no desaprovechan ocasión para convertirse en noticia. Lo de perseguir los insultos con amenazas de cierre de estadio me tiene desconcertado. Tras la muerte del ultra del Dépor resulta plausible querer convertir las gradas en espacios civilizados y habitables, pero matar las moscas a cañonazos nunca ha resultado. La mala educación deben resolverla la sociedad y el Estado, no un comité de la Liga de Fútbol que aplique a estas alturas parámetros de puritanismo a un entorno tan visceral como este.

El siguiente paso cuando pretendes regular la libertad de expresión es terminar diciendo que habría que suspender la final de Copa si las aficiones catalana y vasca abuchean el himno de España. La vertebración de España no necesita más pirómanos, Javier.

Con Tebas, en cualquier caso, llevamos camino de desmontar dos perversiones que pudren el fútbol español. La Liga está presionando para corregir la desigualdad en el reparto de derechos televisivos, un problema de base que en los últimos años ha convertido la competición en un insulto a la inteligencia. Pero en su haber pongo en primer lugar la lucha contra los corruptos. Si en ocasiones el fútbol se exhibe como un territorio ajeno a la moral, de Tebas hay que aplaudir la audacia a la hora de denunciar cada partido sospechoso. Y la cosa, tras años mirando hacia otro lado, va en serio. Ya hay gente en la cárcel y los jugadores, pese a conservar su aura divina dentro de los estadios, son señalados por las noticias en la puerta de los juzgados como posibles y presuntos.

Orriols, correspondiendo a su tradición, es hoy uno de los estadios más señalados. Esta semana arranca el ignominioso goteo de declaraciones por las sospechas del Levante-Zaragoza de la temporada 2010-11. Y acaba de trascender que el Levante-Celta de la 2012-13 también es investigado. Los recuerdos más hermosos de la grada están imputados y en fase de instrucción. Es bochornoso y desolador. Lo más sensato tras estos episodios sería abandonar el fútbol e iniciar una nueva vida, ahora que somos jóvenes. Eso, por descontado, no va a ocurrir, así que seguiremos con atención las novedades judiciales. Comparto la creencia de que los hombres solo aprenden a hostias con lo que la Ley será el camino más eficaz. Quizá de esto salga algo bueno y los futbolistas aprendan la lección. Y habrá que agradecérselo a un tipo tan inquietante como Javier Tebas.

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