Las noches de agosto en el Ciutat de València suelen ser tan calurosas que casi nunca sirven para medir la temperatura real de lo que se cuece en Orriols. No obstante, la derrota de ayer del Levante UD, ante un Villarreal plagado de suplentes, dejó claras tres cosas: que el equipo de Alcaraz ha nacido para contragolpear, que Pepelu ha tirado abajo la puerta del vestuario «granota» a base de talento y desparpajo y que todavía queda mucho trabajo por hacer si los azulgrana no quieren repetir el errático inicio de Liga de la temporada pasada.

Como carta de presentación, el Levante UD saltó anoche al césped ordenado en defensa, preparado para inventar un contraataque con cada balón perdido por el rival. O lo que es lo mismo, dispuesto a regresar a la esencia de los últimos tiempos, aunque con un juego más veloz y profundo por las bandas. Para ello, Alcaraz dispuso de cinco jugadores en la zaga, con libertad para Toño e Iván López por las alas. Delante, el temple de Verza acompañado por la fuerza, la potencia y la arrancada de Morales y Camarasa tenían la misión de enganchar con Casadesús y Deyverson. El brasileño dejó entrever que no se arruga, que pelea por cada balón y que sabe jugar de espaldas, pero se impacientó a la espera de que alguien le asistiese con ventaja. Un testarazo suyo al larguero en la segunda parte fue la mejor ocasión del partido para los locales. Navarro, que no es Ghilas, no supo remachar lo que hubiese sido el empate.

Esas son las armas con las que el Levante UD, a falta de más fichajes, pretende plantar batalla este año. Pero siempre hay un rival enfrente. Ayer lo fue el equipo de Marcelino, que apostó por dejar de inicio en el banquillo a muchos de sus futbolistas titulares. No hizo falta. El Villarreal se adueñó rápidamente del balón en el primer tiempo. Lo durmió en zonas de poco peligro y marcó el ritmo que quiso, a su antojo. Superado el ecuador del primer tiempo, el conjunto castellonense apretó el acelerador y un pase en profundidad de Aleix cruzó el cielo del Ciutat y superó a toda la defensa «granota». Alfonso Pedraza ganó la espalda a los tres centrales, controló con clase y se plantó mano a mano con Rubén. El joven andaluz definió de manera sutil sin que el nuevo guardameta azulgrana, muy seguro durante todo el choque, pudiese responder.

A partir de ahí, el Levante UD lo intentó; quiso, pero no pudo.

Como la presión levantinista careció de la intensidad que se le supone, Barbosa fue un mero espectador del duelo. Sólo tuvo que arremangarse tras el descanso, cuando la entrada del joven Pepelu (ayer debutó con el primer equipo sin haber cumplido todavía los 17 años) animó un poco la desapacible noche. A raíz de su salida, el equipo ganó en nervio. Morales, incansable, penetró por la banda derecha a su estilo, con regates imposibles, y casi sorprende al portero. Poco después, Deyverson tuvo su gran ocasión. Fue un espejismo, porque con el carrusel de cambios habitual en estos amistosos, el partido decayó hasta que, a falta de cinco minutos, un error defensivo sirvió en bandeja el segundo a Nahuel. La parroquia levantinista despidió al equipo con tímidos silbidos, con la esperanza de que haya una reacción antes del domingo 23.

«Tenemos que hacer más cosas»

Al término del partido, Alcaraz reconoció el mal partido de los suyos. «Quedan cosas por cerrar en la plantilla, pero no es óbice para que hagamos más cosas de las que hemos hecho», explicó. Al respecto, añadió que faltan más refuerzos. «No quiero meterme en tema de fichajes, pero faltan entre tres y cinco jugadores», apuntó el andaluz.