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Las cortes constituyentes

Con algo más de un lustro de retraso, parece que al fin el levantinismo se anima a culminar su proceso de Transición. Sí, ésta está siendo más larga que aquella que se vivió hace 40 años. Desde el régimen unipersonal que nos gobernó tras la conversión en Sociedad Anónima, hacia no se sabe muy bien qué saldrá de la reforma de la Fundación que se acaba de poner en marcha. En estos últimos años de provisionalidad marcados por las urgencias financieras, Catalán habría hecho el papel de Rey y presidente Suárez al mismo tiempo, si me permiten estirar la metáfora. Fue cadete en el antiguo régimen y, con el apoyo de veteranos juristas, creó las nuevas estructuras sobre las que debe asentarse el Levante UD moderno y definitivo. Es ahora esa misma Fundación la que, como aquellas Cortes españolas del 76, vota su inmolación y encarga montar un nuevo edificio institucional.

Más allá del juicio de cada cual respecto a la Fundación y sus componentes, es de justicia reconocer que ha jugado un papel histórico. Lo fue como herramienta jurídica para sostener las acciones y provocar el golpe de timón necesario, y lo ha sido como elemento político, al contener todo la legitimidad gracias a veteranos dirigentes, pequeños grandes propietarios, accionistas minoritarios, personalidades de destacada militancia granota, así como unas instituciones públicas que, pese a la inquina de algún sector, han estado históricamente al lado de un club que ha aportado bastante poco a la sociedad.

Pero ahora hace falta algo más. Este verano Orriols ha vivido su particular 15M y el club debía mover ficha si no quería encontrarse una Marea camino de los tribunales como la que está organizándose en Mestalla. Se trata de afinar esa legitimidad y favorecer que la gente sea partícipe del gobierno del club, aunque sea eligiendo a parte de los patronos. Pasar, si me permiten, de un despotismo ilustrado a una democracia representativa. Lo ha visto bien el Consejo de administración, al no aplazar por más tiempo la necesaria reforma del órgano que debe velar por el patrimonio y controlar a la vez la labor del propio Consejo, y no al revés. Es una cuestión de ética y de estética.

Ahora el meollo de la cuestión está en la comisión negociadora que ha de elaborar los nuevos estatutos y composición del Patronato de la Fundación antes de fin de año. Se trabajará sobre la base de una propuesta del Sindicato de Accionistas Minoritarios (SAM) y sobre las ideas que Gabriel Salinas, nuevo presidente de la Delegación de Peñas, lleva tiempo trasladando al Consejo (Luis Calero) y a la Fundación (presidente Fuertes) sin obtener respuesta, hasta la reunión del pasado martes. En esa comisión constituyente estarán representados todos los estamentos del club: su poder político (Consejo y Fundación), su poder económico (las familias de accionistas históricas) y los representantes de veteranos y la afición. Visto desde otra clave, en esa comisión se reunirán algunos que quizá quieren que cambie todo para que no cambie nada; los exiliados a los que no se ha hecho ni caso hasta que han llegado gracias a las urnas, y otros que, como ocurrió en 1976, se han hecho demócratas de repente tras años frenando reformas.

Sólo pido una cosa a los que vayan a decidir la nueva arquitectura institucional: que blinden el club ante otra posible oferta de venta. Si entran ahí, que lo hagan creyendo en el Levante UD y no buscando un nuevo equilibrio de poder que, de facto, sirva para cargarse la fundación. Se trata de hacer este Levante UD más fuerte y soberano, no más vulnerable.

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