Hay tipos que tienen «més paraules que un notari». Lucas Alcaraz es uno de ellos y además está considerado un buen comunicador€ pero tampoco es que sea Demóstenes. El jueves, de hecho, se pasó de lenguaraz. Es habilidoso para administrar excusas pero no fue inteligente morder la mano que le da de comer y socavar, con ello, los penúltimos apoyos que le quedaban. Tal vez pensó que de perdidos al río, que su suerte ya está echada.

Es obvio que Alcaraz fue un error. Lo dije alto y claro cuando se le firmó. Y lo reiteré a final de la temporada pasada, cuando se desestimó la cláusula para no renovarle. Entonces eran 200.000 €. Ahora el finiquito cuesta una fortuna. Además, darse pisto por una salvación insólita en la historia de la Liga fue un insulto a la inteligencia. Hoy, Quico Catalán y Manolo Salvador saben que el fracaso del granadino es también suyo, pues deja en evidencia otra apuesta fallida, como la de Caparrós (cuando nos salvó el mejor portero del mundo) y como el «coitus interruptus» de Mendilibar. Sobretodo pone al descubierto una dinámica errática y ensombrece la gestión deportiva.

No obstante, hay que ponderar las cosas. Se ha dicho que la plantilla es corta, pero fue decisión de míster y club. Y para mí, acertada: 18 profesionales y contar con la cantera. El problema es que no se ha podido dar salida a futbolistas con los que no se cuenta y eso afecta al vestuario. En su día se invitó a salir a El Zhar, se cedió a Jason, que podía jugar por banda, y no se cuenta con Xumetra; por contra hay cinco mediocentros y cuatro delanteros; lo que en teoría hacía falta para jugar un 5-3-2. Ralla el esperpento que el míster se queje de que no le han traído futbolistas para jugar un 4-2-3-1 (o 4-4-2). Por otra parte es indudable que la plantilla tiene calidad y que algunos fichajes necesitan continuidad para dar su mejor nivel.

Hoy llega el flamante líder, el Villarreal. ¿Será Alcaraz capaz de ofrecer alternativas a un sistema y a una filosofía ultradefensiva que no funcionan? ¿Morirá con las botas puestas? Los entrenadores a veces deben intervenir lo mínimo y, sencillamente, permitir que fluya el talento de sus futbolistas. El mejor Llevant de todos los tiempos irrumpió cuando JIM renunció a sus principios y dejó que sus hombres practicaran el fútbol que sabían. Si Lucas lo permite, el equipo más caro (y uno de los mejores) de la historia granota debe tomar el mando y demostrar su valía y su compromiso con este escudo.

Me atrevo a aventurar que va a ser así y se va a dar un giro copernicano al estilo rácano y vulgar mostrado hasta la fecha. Se puede dar la campanada, tener la actitud de la segunda parte ante el Sevilla, vencer al Villarreal y vislumbrar el único camino posible para reengancharse a la competición. Sí, con el granadino en el banco. Porque cesar a un entrenador en la jornada 7 siempre es un fracaso y, lo que es peor, casi nunca funciona. Y si finalmente hoy no se obtiene el triunfo ni se ofrece una imagen esperanzadora, tendrá que llegar alguien que conozca el club. Sería el momento de Villafaina. O de traer de vuelta a Luis García. Y dejarse de entrenadores con más palabras que fútbol. Los sabios en general son poco habladores. En todo caso, esperemos que el Llevant nos dé una alegría que sea el principio de otras y el debate del sucesor de Alcaraz se pueda posponer hasta final de temporada.