La defensa del Levante UD pierde efectivos. Está bajo mínimos hasta diciembre. Lucas Alcaraz se rebaña los sesos. Las bajas de Trujillo y de Iván López, lesionados de larga duración, obligan al entrenador azulgrana a recomponer la retaguardia de cara a los próximos compromisos ligueros. El técnico, que ya ha modificado el sistema de juego en un partido debido a una lesión inesperada, podría plantearse algún cambio de cara al futuro. Aunque se antoja extraño.

El buen rendimiento de la defensa en el encuentro ante el Villarreal, aunque es cierto que se jugó en superioridad numérica la mayor parte del choque debido a la expulsión de Jokic, invita a pocos cambios. Una de las máximas del fútbol, esas reglas que no están escritas pero que casi todo técnico aplica, es la de no tocar nada o casi nada cuando la cosa anda bien, invitan a pensar en la continuidad de la zaga.

Por ello, no sería de extrañar que se mantuviera el mismo sistema de juego, el 1-5-3-2, con tres centrales al uso para tratar de cerrar la portería de Rubén. Simao, Feddal y Juanfran, los dos primeros rayaron a buena altura incluso en la derrota ante el Getafe, junto con un hombre experimentado y curtido en mil batallas como es Juanfran, parecen tener la continuidad al alcance de la mano. Y en los laterales, Toño es fijo, y Morales está muy por delante de Pedro López que no entra ni en las convocatorias.

Ayer, la plantilla regresó al trabajo en Buñol, y lo hizo sin los cuatro lesionados ni los internacionales -Feddal y Lerma- concentrados con sus respectivas selecciones nacionales.