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Bombeja agustinet!

El bombazo

No me gusta hacer leña del árbol caído, pero es público que Alcaraz nunca me pareció capaz de sacar adelante al Llevant. Hizo muchas cosas mal. La primera, tras aterrizar en Orriols, fue analizar la situación del equipo sin contemplar el diabólico calendario a que tuvo que hacer frente su predecesor. Un gesto descortés. La principal, vender humo y sacar pecho de la salvación, con 36 puntos a falta de una jornada. Lo humilde y honesto habría sido reconocer el demérito de los rivales y la fortuna de los puntos arañados en el último suspiro de algunos partidos. Hubo otros errores de bulto: no aceptar que sus conceptos no encajaran y no cambiar. Sus excusas llegaron a ser sonrojantes y la guinda fue que el vestuario dejó de creer en él.

El fútbol es un universo errático en el que, a veces, no cabe esperar actuaciones lógicas o coherentes. Un chispazo, una genialidad pueden cambiar un partido, una Liga, la historia de un club. Sin embargo Manolo Salvador queda bastante tocado con la destitución de Alcaraz: cometió el error de echar a Mendibilar a las primeras de cambio, de traer al granadino y sobre todo de darle continuidad. Pero lo que lo deja tocado son sus incoherencias: entonó el mea culpa tras cesar a Mendilibar, confesó su equivocación, quiso que el Llevant diera un paso adelante en su fútbol, pero fue un error y reaccionó. Eso explicó. Y ahora apuesta por un entrenador aún más atrevido y ofensivo que, además, está en las antípodas del candidato realmente deseado, Luis García. Una incoherencia tras otra. Y lo que es peor: ¿alguien en Orriols tiene claro cuál debería ser la identidad futbolística del Llevant del futuro? ¿O vamos a andar dando palos de ciego?

Tengo todas las dudas del mundo sobre si el perfil ofensivo y atrevido de Rubi debe o puede ser esa identidad, pero me gusta el de Vilassar, su carácter, su ambición. Y además podría darse una exitosa comunión entre sus intenciones tácticas y las condiciones de la plantilla. El Llevant 2015-16 rebosa calidad y cuenta con futbolistas de enorme proyección. Rubi tratará de encajar las piezas. Y Mestalla es el escenario ideal para iniciar esa andadura.

El derbi siempre es especial pero estoy haciendo un esfuerzo por «desintoxicarme». Miro hacia Mestalla y no puedo evitar lanzar un guiño de solidaridad ante el atzucac identitario y societario en que está instalado el Valencia CF, cómplice y a un tiempo víctima de los desmanes políticos que todos los valencianos hemos sufrido durante los últimos años. Su afición„una inmensa parte, vaya„ no merece que, para escapar del túnel, se convierta el club en un laboratorio de pruebas al servicio de los intereses de unos cuantos aristócratas del fútbol moderno. No tengo ánimo, la verdad, para el sarcasmo o la socarronería ante la mirada agridulce de mis amigos merengots, resignados con su Valencia CF asiático.

El Llevant necesita ganar por un motivo obvio: dejar de ser el colista de Primera. Necesita el «bombazo» (Rubi dixit) y la inyección de autoestima que representa el triunfo. Y de paso que aprendamos aquello de «cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar». El fútbol del siglo XXI es uno más de los escenarios para el capitalismo más salvaje de nuestro tiempo. Y el Llevant, con su proceso de democratización, tiene la oportunidad de blindar su futuro. No podemos dejarla escapar. Construyamos un Llevant poderoso, de cimientos sólidos. Que nos permita muchos derbis en Primera. Y ganarlos. Ese sería el bombazo de verdad.

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